Florencia Lobo

Archipiélago

Penetra surdamente no reino das palavras

Carlos Drummond de Andrade

Se entra en la palabra archipiélago
buscando islas

pero dice la etimología
que lo único hallable ahí
es el mar

no un tejido de orillas
un islario bordado
por la espuma y el tiempo

solo el mar, el mar inmenso,
el archimar

por lo demás, nada sorprende:
toda palabra es por fuera un borde
y en el fondo agua
siempre removida.

Florencia Lobo



Estábamos pobres

Estábamos pobres,
dice la abuela,
que aprendió el yagán
antes que el castellano.

Estábamos pobres,
como estar perdida
o enferma.
Cosas que a cualquiera
le toca transitar
y luego pasan
como pasa el invierno.

La pobreza no es una condición,
sino un estado.

Todos experimentan
en algún momento el hambre
y en otro
la felicidad del alimento,
la dicha del estómago colmado.
Lo mismo toca a veces
a los zorros
y a toda fauna
que anda por los bosques.

Rico y pobre
son conceptos arrastrados
a esta costa
como tantas otras cosas.

Como nosotros.
Que no sabemos estar.

Florencia Lobo





Mirando un sauce

Nadie le pregunta al sauce
por qué nace llorando.

Y hasta nos complacemos
al verlo esparcir su llanto
suave como el andar de las ballenas
o esos parajes tranquilos
adonde van a morir los barcos.

El sauce llora y el viento se demora
entre sus hojas
como queriendo beber de esa tristeza.

¿Y qué sabemos de esas garzas
que se pasan la vida
mirando el agua y en el agua
el reflejo del cielo y en el cielo
el pez que no aparece?

Es tan hermoso y sin embargo
nada sabemos de las garzas
ni de la tristeza de los charcos
ni del verde llorar de las iguanas
o de las lagartijas.

Nada sabemos y no importa
mientras podamos ver llorar el sauce
o esas aves quietas
que se pasan la vida
buscando el pez del cielo

el triste pez
que no aparece.

Florencia Lobo




Perros del invierno

Llegan noticias de mi ciudad.
Enloquecieron los perros
como enloquecen los vientos
o las flores que nadie mira.

Perros que quizá
una vez fueron Toby
o Negro o Lola
reunidos en las calles
mordiendo el aire
sus sombras
los cuerpos que atraviesan
el reino transparente del invierno.

En geografías lejanas
los hechos extraños duplican
la extrañeza.

¿Se acordará la gente?
¿Se acordará?

Hablo de un verbo en desuso:

acordarse es irse del olvido
y también despertar,
ponerse cuerdo.

Florencia Lobo













Lina Alonso

Agosto 30

Tengo un buen presentimiento.
Subo y bajo andenes al gusto.
Hoy murió Gorbachov,
ayer besé a un pelado que se sabe el nombre de los árboles,
antes de ayer se mató C.

Perdón,
pero todo se me antoja en su sitio.
Incluso esas extranjeras que viajan por el mundo para escapar de ellas mismas.
No terminé de leer la Reforma Tributaria,
no sé en qué va la guerra en Ucrania,
ni me sé el nombre del más reciente feminicida.

Solo sé que hoy le siguieron metiendo billetes chimbos a la tomba que cobra por no hacer su trabajo, y eso, que los chimbeen, me parece absolutamente consecuente y por eso hermoso.

La gente blanca seguirá enamorándose de la gente blanca y tranquila, y no puedo hacer nada para que eso cambie porque muy pocas veces se quiebra el pacto de clase.

Por ahora, seguiré subiendo y bajando andenes al gusto y que la guerra siga desollando margaritas. Me tiene, a esta hora, bajo este preciso sol, sin cuidado.

Perdón.

Lina Alonso




Astra

Me dices que la luna es la tilde de la tierra
y miras al cielo cortado por los cables
bulloso de helicópteros y aleteos instantáneos.

Te miro
y quiero aprenderte esa forma
de acentuar la vida
sobre este fatigado punto final, , este globo
que no cesa de pegarse dentelladas en perpetuo canibalismo.

Para ti derramo mi corazón entre tus manos.

Lina Alonso





Coyoacán 2022

Ayer me preguntaron por los escritores de mi país,
les dije que están publicando sus libros,
ganando sus becas,
terminando sus tesis,
arreglando su sonrisa,
mejorando su dieta,
yendo a terapia.
Siempre están gestionando, tramitando, vinculando
sus afectos como si fueran corporaciones bancarias
—con mi furia me basta y camino feliz a la
obsolescencia con ella—.
Están a la altura de las circunstancias
y yo en la bajeza de un viernes entre las cobijas,
con mis dientes cepillados y listos para apretarlos
dormida.
No tengo mucho y cuando tengo lo regalo, todas
mis amigas tienen mi ropa, a una le dejé
mi casa, a otra mi gato, y a todas mi corazón ya
usado,
que es a veces como un miquito trepando un árbol
de guayaba del que a veces se resbala.
Dos trotskistas me recibieron en su piso,
los dos tiemblan mucho,
así que les ayudo a armar los baretos.
Me dicen Chamaca
y me siento como si fuera la perra.
Veeeeeen, chamaca
¡Chamaca, no! No metas las narices en la basura.
No me molesta la idea de ser una perra,
más me molesta la idea de que una perra se levante
un día siendo humana,
pobre criatura.
Me siento con mi elote en un andén y pienso en
Hunza, en el peto, la mazamorra del Claret
y no siento nostalgia, siento llenura.
Si todos somos hijos del maíz es la respuesta que
no busco pero que me encuentro en la tusa.
Igual, puede ser que a esta hora una ballena esté
desayunando en su casa un tazón de
cereal mientras mira un documental sobre mi vida
y, con ese consuelo, retaco el pasaje del bus que me
lleva ni puta idea a dónde
porque no conozco esta ciudad.

Lina Alonso





Chuntaquear

Al viejo lo abandonaron en un potrero a sus nueve años,

lo tiraron al páramo con un saco de lana y los mocos pegados al frío.

Dejó los cuadernos, los Con Permiso y le lanzó una pedrada a la profesora que le negó la entra- da al colegio.

Huele a orines, limpie los zapatos, sentenció antes de sacarlo de una oreja.

Huyó de nuevo al monte y se quedó a dormir entre chamizos hasta que tuvo más edad para

la carga, mientras ganaba más altura para el hambre y el quite.

Se crió como un salvaje y como un salvaje vivió.

De niña, recuerdo la manías de ese abandono, me enseñó a hacer guaridas con pasto y ramas secas entre los carrizales,

a reconocer gorriones y escuchar el merodeo de las chuchas, tenía el tiro para espichar guargue- rones, para tensar el miedo entre los dientes. Me dejó pistas para odiarlo, olvidarlo, recurrir al lugar común de matarlo en los poemas, luego traerlo de vuelta y fundirnos en un abrazo largo.

Un día me contó que aprendió a chuntaquearle a una vecina las cuajadas que dejaba colgando cuando pasaba por Viracachá.

Chuntaquear no existe en el diccionario como lo usaba.

Chuntaquear era, para él, bajar con una vara la comida de los zarzos.

Se metía de noche en las fincas y, después de limpiar despensas, se cargaba par gallinas, no sin antes chuntaquear lo que dejaran en los colgaderos de madera.

Sus manos de fique, ásperas de costumbres y máquinas,

el parentesco de sus dedos con la lluvia —siete grados más abajo de lo normal, hechas para espantar fiebres y delirios—, dejaron, hace años, de enfriarme los cabellos, los churcos, como les decía.

Con su muerte se fue Chuntaquear, también se fueron las palabras Sute, Chirlobirlo y el jugo horrible de Chumbimba. Ahora se dice niño, pájaro y nadie, menos mal, prepara jugo de arveja.

Lina Alonso



La abuela Rosa

Chusmera, cachiporra, roja y lenguilarga,
india yerbatera, sibila y mirla,
de ella este no agachar el cuello,
este abrir a cabezazos las puertas de la percepción,
para que las bestias duerman en mi patio.
De ella el anhelo de ser prado donde la luz madura.
Por ella esta determinación
de que algún día un samán sea mi patria.

Lina Alonso









Sarah Blaffer Hrdy

"Creo que una madre realmente involucrada con su bebé, especialmente si tiene apoyo social, se volverá adicta a su bebé. A los hombres, que no han sufrido los cambios hormonales del embarazo, les lleva un poco más de tiempo responder a estas señales, pero producen esas respuestas a las llamamos instinto maternal. Yo no creo que ese instinto sea algo automático, como un interruptor que apagas o enciendes, sino que tiene que ser provocado. Los hombres tienen los circuitos neuronales para responder como una madre, pero ese potencial no se estaba activando hasta ahora, cuando por primera vez, como decíamos, puede haber dos hombres criando a un bebé desde su nacimiento sin ninguna mujer involucrada. Hemos descubierto entonces que se iluminan porciones del cerebro maternales."
 
 Sarah Blaffer Hrdy
 
 
 
 
"Cuidar puede convertirse en una fuente profunda de placer y estabilidad emocional."
 
 Sarah Blaffer Hrdy
 
 
 
"El comportamiento cambia mucho más rápido que la biología. Esta es una de las razones por las que creo que la crianza de los hijos en humanos es tan flexible. Las madres pueden estar más o menos ligadas dependiendo de sus circunstancias, pero su caso es distinto. Las mujeres van aumentando sus niveles de prolactina y estrógenos durante la gestación. Y al nacer, los neuropéptidos y la oxitocina participan en el desencadenamiento de las contracciones del parto. Así que ya se sienten muy afiliadas al bebé cuando nace. Y después, con la lactancia, aumentan la oxitocina y la prolactina. Así que sí, están más ligadas al bebé cuando llega. Pero esta relación es más facultativa en los padres. Ellos no tienen un instinto paternal como lo tiene, digamos, un mono búho, que quiere cuidar a ese bebé por encima de todo. Este se desarrolla con el contacto."
 
 Sarah Blaffer Hrdy
 
 
 
"El cuidado transforma al que lo recibe, pero también al que lo da."
 
 Sarah Blaffer Hrdy
 
 
 
"El instinto maternal no es automático: tiene que ser provocado."
 
 Sarah Blaffer Hrdy
 
 
 
"En el padre se activan las mismas áreas emocionales del cerebro que en la madre."
 
 Sarah Blaffer Hrdy
 
 
“Hemos tenido que llegar al siglo XXI para que los hombres convivieran de cerca con los bebés y se viera su potencial
 
Sarah Blaffer Hrdy
 
 
 
 
 
"La madre está allí cuando nace el bebé, es seguro que ella es la progenitora. Y quién sabe dónde estará el hombre en ese momento. Una vez iniciada la lactancia, el bebé se apega a ella y ella se compromete con él. Los pájaros no lactan. Los machos pueden llevar comida al nido igual de bien que las madres. Y lo hacen, el 10% de las aves tienen cría cooperativa. La nuestra es una especie donde la ayuda a la crianza es aún más amplia, cualquier miembro del grupo, aunque no sea el padre genético, puede ayudar a cuidar y proveer a los bebés, cosa que no sucede con las aves. Los humanos se habrían extinguido en el Pleistoceno si no hubieran compartido alimentos de manera bastante rutinaria. Es algo que seguimos teniendo grabado, cuando viene un invitado a casa le damos lo mejor que tenemos. Compartimos comida y las personas que no comparten son vistas como tacañas. Esto es muy importante para el Homo sapiens y lo fue antes para el Homo erectus, lo ha sido siempre."
 
 Sarah Blaffer Hrdy
 
 
 
"Observar cómo, desde una perspectiva evolutiva, el cuidado paterno puede tener efectos positivos en la salud y la longevidad de los hombres. Mucha gente se preocupa por la idea de que, al cuidar de un bebé, sus niveles de testosterona bajarán. Pero yo me pregunto, ¿es eso realmente algo malo? Si miramos a través de distintas especies animales, vemos que los machos suelen morir antes que las hembras. Parte de la explicación está en la testosterona: aumenta la tendencia a asumir riesgos, a involucrarse en violencia, y puede afectar negativamente al sistema inmunológico. En cambio, los padres humanos tienden a vivir más tiempo que los hombres sin hijos. Creo que esto se debe, en parte, a que llevan vidas más simples, tienen menos hábitos nocivos como fumar o beber, y encuentran un sentido de propósito al cuidar. Para quienes se sienten desplazados o innecesarios, cuidar a un bebé puede ser una forma poderosa de reconectar con ese sentimiento de ser valioso y necesario."
 
 Sarah Blaffer Hrdy
 
 
 
"Si nuestros líderes van a seguir siendo hombres, ojalá sean hombres que sepan cuidar."
 
 Sarah Blaffer Hrdy
 
 
 
 "Si un hombre quiere ser amado y adorado sin reservas, ¡que cuide a un bebé!"
 
 Sarah Blaffer Hrdy
 
 
 
"Todo empezó con la evolución de los mamíferos, porque la fertilización interna implica que los machos no pueden estar seguros de su paternidad. Los primates todavía menos: como existe el infanticidio, las hembras se aparean con muchos machos para manipular la información sobre la paternidad. Entonces la evolución seleccionó a los machos de primate para que se quedaran cerca de las hembras después de aparearse, algo inusual en mamíferos. No era para cuidar a las crías, sino para protegerlas de ser asesinadas por otro macho y salvaguardar su acceso a la hembra. A partir de ahí tiene que ver con el tiempo y la proximidad íntima que pasan con los bebés desde su nacimiento, y que parece que activan antiguos potenciales [del cerebro orientados al cuidado paterno]."
 
 Sarah Blaffer Hrdy
 
 
 
 
"Una forma de crianza deseable sería aquella en la que los hombres pudieran realizar su derecho de nacimiento: cuidar. Ese potencial está en su cerebro, en sus genes. Involucrarse en el cuidado no les quita masculinidad, les ofrece la posibilidad de realizarse plenamente como seres humanos. Pero para eso necesitamos una sociedad que se lo permita. Hasta ahora, muchas veces solo les hemos dicho lo que no pueden hacer: «como hombre, eres agresivo, violento, puedes violar». Nunca les hemos mostrado lo que tienen que ganar. Y eso es lo que hay que cambiar. Tenemos que decirles: puedes cuidar, puedes vincularte, puedes ser otra cosa. Porque el interés común es claro: los niños, nuestras hijas, nietos, sobrinas. Seguramente todos estamos de acuerdo en eso. Solo es cuestión de ver cómo llegamos juntos al mismo lugar."
 
 Sarah Blaffer Hrdy
 
 
 
"Vivimos en un momento de ofensiva contra la ciencia."
 
 Sarah Blaffer Hrdy
 
 
 
 
 

Katharina Dalton

"El 49% de las prisioneras (de la prisión de mujeres de Holloway) que habían llegado recientemente habían sido sentenciadas por crímenes que cometieron durante los cuatro días previos a su período y durante los cuatro primeros días del mismo (este último ciclo se conoce como paramenstruum)."
 
 Katharina Dalton
 
 
"El síndrome premenstrual y el postnatal son causados por la falta de la hormona progesterona."
 
Katharina Dalton

Carol Steen

“...Se trata del misterio esencial que conecta todas las cosas. En el corazón de aquella conexión está el color y el ritmo.”
 
Carol Steen

Terje Lømo

“Estimaría que cualquier tratamiento realmente específico estará bastante lejos en el futuro.”

Terje Lømo

Tim Bliss

“El peso de la evidencia sugiere que la LTP es central para la fisiología del almacenamiento de la memoria. Pero cuidar hasta el último detalle es un esfuerzo de investigación continuo.”
 
Tim Bliss

Pablo Romero

DESLUGAR DE ENUNCIACIÓN

Escribo lo sucediendo: mi género

no es gramatical                    :

 

yo        puede morir gramaticalmente

en mi poema

yo        puede desaparecer en la noche

de la noche.

 

Amé un hombre y su nombre ardió

en mi boca como un río: mar de piedras,

dientes que bruxan     de deseo.

 

Escribo lo sucediendo: mi escritura

no tiene distancia       biográfica

 

cuando digo aquí en realidad digo aquí

:

cuando digo aquí        la palabra señala

como un dedo

(apunta) dispuesta a romper la distancia

entre la boca               y el silencio

:

 

yo        quiere olvidar mi vida.

 

Soñé el amor imposible

entre la imagen           y la palabra

que mi cuerpo deseaba (por fin)

la idea de un cuerpo

y amaba el amor

con cada mano que tiende la furia

 

soñé

que fijaba mi poema a la lengua

del hombre que ardía en mi lengua

(como un río)

para enseñarle al idioma

las palabras del desamparo.

 

Yo       puede morir entre nosotros

y en manos de mi texto

 

yo                    quiere renunciar

a la sombra     de ser hombre

al asombro      de ser hambre

***

EL VERANO QUE DORMIMOS EN EL PISO

Te veo dormir.

 

Estoy celoso del sueño           que te arranca

de mí               y te acerca a otros lugares

donde no estoy                       ni sabré estar

:

por el intervalo de tu respiración

puedo calcular

hasta qué punto tu cuerpo

se ha adentrado en la marea

de la noche

si ha chocado alguna roca

si se ha perdido          en la corriente.

 

(Te veo dormir)

:

Hago ruido a propósito

una pequeña tos         una queja de más

para robarte de tu lugar

para acortar     la distancia

entre tu sueño y el cansancio

de esta cama.

 

La desnudez es la sábana del cuerpo:

hago un ruido sutil pero insistente.

 

después es la calma,

el abrazo que agarra y sostiene

encontrarnos   del otro lado.

 

Hago un ruido y tu cuerpo vuelve

hasta donde estoy       :

ahora puedo    cerrar los ojos.

 

En el sueño hay un río

que conduce   hacia la muerte.

 

Por favor cuídame      :

soy la barca que navega

Pablo Romero




MARIONETA

En mi poema estás de pie, que es otra forma

de decir:          aguantas la vida en tus huesos

frente a mi muerte      que se acumula

y bombea.

 

Escribo con los ojos ciegos de memoria

:

en mi poema   no te fuiste      ni te vas a ir

ni te pedí         que lo hicieras

no dijimos las palabras          de la furia

ni prendimos fuego    el corazón

que no supo                darnos vida.

 

Quisiera saber pronunciar

tu nombre       sin violencia

:

en mi poema estás de pie y te acercas

con los brazos abiertos.          Nos miramos

(sin saña)        como si estuviéramos a salvo.

 

Mi deseo es triste: pensé en la angustia

de querer todo aquello           que no se tiene.

 

Escribo desde el balcón

 

hay un sol que te quedaría precioso

(si estuvieras)

Pablo Romero





REVELACIÓN

Todo lo que se escribe está    por naturaleza

demasiado lejos          de ser lo que es

:

como si para decir barco

tuviera que pintar       primero el mar.

 

La idea del barco se anula

sin la presencia del hombre

mirando el agua

y el agua         arrastrando espuma

 

el barco no existe       sin la superficie

que empuja la palabra            y la obliga a ser

:

afuera está nevando    digo nieve

 

la nieve se anula         si no hablo del frío

el frío se anula                       si no hablo

del hombre

:

todas las palabras       son caminos

de peregrinación         hacia mí

Pablo Romero



















Carolina Amorosi

Esta es la llave que se te cayó en la nieve

Robin Myers

Esta es la llave que se te cayó en la nieve
y qué pasamos horas buscando,
se hizo de noche y las yemas
de tus dedos se pusieron moradas.
Entramos, dejamos las botas
al lado de la puerta, nunca estuvimos
tan cerca de quemarnos las manos
ninguno de los dos quería
alejarse del fuego, me mirabas
a ver si era yo la del paso en falso.
Sin que me vieras, me fui
curando las ampollas,
me saqué las vendas
para dejarlas respirar.
Quería salir al sol pero fueron
dos semanas de lluvia y frío.
El tiempo que duró no pude
tocar ni una tecla del piano
“la única forma de salir de esto
es atravesándolo” escuché
en una serie y lo anoté.
No volvimos a hablar
no quiero saber si estás bien,
si lloraste alguna vez además de esa
si buscas con alguien
llaves perdidas en el patio
para poder entrar a tu casa.

Carolina Amorosi



Hace dos noches
que el viento sopla
implacable
en mi ventana.
Pareciera que hay un tornado
y a la mañana cuando me levanto
a ver los destrozos en el patio
todo sigue ahí,
no volaron las macetas,
el ají está intacto
en la huerta, como si el viento
fuera algo que solo yo noto,
que nada más
me sacude a mí.

Carolina Amorosi





Me levanté a las siete,
te iba a escribir
y tuve miedo de despertarte.
En cuatro horas sale el avión,
todavía no hice las valijas.
Recién salgo de la ducha,
las gotas de agua me caen por la espalda,
nunca sé qué llevar conmigo
y qué dejar atrás.

Carolina Amorosi



Pensaba escribir algo
sobre el olor a pasto
recién cortado, las máquinas
de la cuadra que suenan
al unísono el domingo
a la mañana.
Pero todo se me escapa;
el olor, la savia
pegada en la suela de mis ojotas
el sol de octubre en la cara
la promesa de que el día
recién empieza, de que todo
está por escribirse.

Carolina Amorosi





Vino de visita,
trajo una hogaza de pan
y la puso en la mesa. Me quedé mirándolo,
abrí el cajón de la cocina, busqué el cuchillo
largo con muchos dientes
me lo regalaron cuando me casé
le dije mientras cortaba
rodajas sobre la tabla de madera.
Después no dije más nada
serví el café.
Lo dejé que me contara
la historia de un nene que llegó
sin signos vitales a su guardia.
En un momento le dije
estoy a punto de llorar
y cambió de tema.
Lo miré masticar.
Mi abuela siempre tuvo el pelo blanco
de ella saqué los miedos y las malas palabras.
El pan le temblaba en los dedos,
nunca supo que tuve un novio,
después una hija y me quedé
con todos los regalos de boda.

Carolina Amorosi




















Daiana Henderson

Al abrir los postigos
la luz revela la urdimbre
longeva de las arañas.

Dando vueltas a la casa
buscando señal
saludan celebridades desteñidas
en revistas de crucigramas
como guirnaldas de una fiesta
ocurriendo en el pasado.

Las naranjas recién arrancadas
retienen el sol de la tarde
atizado entre las ramas.

Eucaliptus centenarios
inútiles al comercio
invitan a un paseo
con aire mentolado.

Me dejo perder en el camino
como pierden los flamencos
su timidez rosa en el agua.

Daiana Henderson




Anoche, de súbito pero sin susto, me desperté en la cama.
Dormía boca abajo con las dos
manos empuñadas en el hueco de mi cuello
los codos apretados contra los costados del cuerpo,
una posición, diríase, poco convencional o agraciada
y sin embargo
lo plácida que me sentía
aun habiendo despertado y escuchado
en medio de la noche el silencio más total.
Ni una hojita crujiendo, todo congelado
por el frío, ni un gato saltando el tapial
los perros ovillados postergaban sus ladridos teatrales
que en verano derrocharían para demostrar su punto:
su imprescindible función en el hogar.
Tampoco los graznidos de una bandada
organizada en forma de comilla angular, ni alarmas
bocinas o el rugido de un motor en guardia.
El espíritu de la noche me despertó
y me honró con una responsabilidad.
Tengo un canto, me dijo, vas
a por fin escucharlo, aclimatá tu oído
no lo has sentido todavía, sentí.
Y aunque sentí no escuché nada,
tampoco su voz dulce que decía
no te duermas,
no te duermas

Daiana Henderson




Magenta
mi color en el mundo
qué hermoso sos
felicito a tus moléculas.
Cuando te veo al pasar
algo se enciende adentro mío
un pequeño sobresalto, un cachondeo
y a la vez como de camaradería
ganas de guiñar el ojo
al encontrarte cubriendo
la estructura de un sillón en la vidriera
en una azalea africana o en ese
grafiti fresco sobre una casilla de gas
en el que si no fuese por vos
no hubiera reparado.
Manos audaces te liberan
de tu estado de gas compacto
e impregnan una esquina del mundo
con tu impronta sensual

Daiana Henderson





Me duelen mucho los huesos
desde ayer.
Me duele mucho el abdomen,
me vino hoy
por eso pensé que estaba loca.
Nunca pude llevar la cuenta así que
es todos los meses una sorpresa
casi siempre angustiosa pero a veces
ir a hacer pis y encontrar un pequeño tinte
en la tela doble de la bombacha
es un alivio.
Mari, vos me recomendaste una vez
que cuando vea todo negro
y sienta que el mundo se acaba piense
si no me está por venir. Y te quiero agradecer
porque me sirvió mucho, pero a veces
me olvido de acordarme de tu consejo
y entro en lo negro
en lo negro
y hasta me olvido de la luz.
Yo adapté tu recomendación para dársela
a algunas amigas que la necesitaban
a las que vi
un poco perdidas.
Les dije que cuando empiecen a pensar
la posibilidad de que están locas…
en fin, seguro que es eso.
Te escribo a vos porque parece que en la literatura
hay ciertas cosas de las que no se puede
escribir sin que parezca que estás “tematizando”.
Estoy segura de que si todos menstruaran
sería uno de los grandes motivos
de la literatura y habría hermosos y terribles
poemas alrededor de ella, como de
la luna o la muerte o el amor
porque como vos bien sabés
es una experiencia muy solitaria
emocional, psíquica, incluso espiritual o demoníaca
y al menos en mi caso
no se manifiesta todos los meses de la misma forma,
a veces casi ni me entero pero otras
estoy así, como en este momento en que siento
que no soy un humano y que perdí
el sentido de orientación. Mi cuerpo se olvida
de sentir que tiene familia, que tiene amigxs, pasado
cosas que me gustan, leer, escribir.
Soy un cuerpo sintiendo cada parte de sí mismo
sola con mi dolor y mis huesos
un cuerpo en cortocircuito, en el que cada parte
se manifiesta a la vez más de lo que debería.
Creo que si cierro los ojos
desaparezco.
No sé dónde estás pero te quiero
te quiero.
Todas esas veces que estuvimos
bajo el mismo techo sin hablarnos.
Vos sabés, no? Estábamos juntas.

Daiana Henderson



Pausa el día
la hamaca paraguaya

Un tractor maniobra su rudeza
en el borde estrecho del arroyo

El acordeón estira una vocal en la radio
risas de obreros llegan de lejos

Volutas de bichos trepan
en un enigma concéntrico

El tacto del sol
apenas doloroso

Mi cuerpo en el vaivén

riesgo

confianza

riesgo

confianza

Daiana Henderson