Elisabeth Kübler-Ross

"Cuando hemos realizado la tarea que hemos venido a hacer en la Tierra, se nos permite abandonar nuestro cuerpo, que aprisiona nuestra alma al igual que el capullo de seda encierra a la futura mariposa. Llegado el momento, podemos marcharnos y vernos libres del dolor, de los temores y preocupaciones; libres como una bellísima mariposa, y regresamos a nuestro hogar, a Dios. "

Elisabeth Kübler-Ross
La Rueda de la Vida, pág 2
De una carta a un niño enfermo de cáncer


"Cuando se aprende la lección, el dolor desaparece."

Elisabeth Kübler-Ross
 La Rueda de la Vida, pág. 7



“Cuanto antes se haga íntegra una persona, más posibilidades tiene de desarrollarse para estar sana física, emocional y espiritualmente.”

Elisabeth Kübler-Ross
La Rueda de la Vida



"Debemos superar nuestros miedos mientras todavía podamos realizar las cosas con las que soñamos."

Elisabeth Kübler-Ross



"En la vida después de la muerte, todos escuchan la misma pregunta: "¿cuánto servicio has prestado? ¿Has hecho algo para ayudar?"

Elisabeth Kübler-Ross


“Es muy importante que hagáis lo que de verdad os importe. Sólo así podréis bendecir la vida cuando la muerte está cerca.”

Elisabeth Kübler-Ross
La rueda de la vida



"¡Hazlo! No atreverte puede ser mucho más dañino que atreverte y equivocarte... Esto último al menos les da a los demás algo que perdonar, lo primero no les da nada."

Elisabeth Kübler-Ross



"Hemos realizado un proyecto de investigación imponiéndonos como condición el no tomar en cuenta más que a los ciegos que no habían tenido ni siquiera percepción luminosa desde diez años antes, por lo menos. Y estos ciegos, que tuvieron una experiencia corporal y volvieron, pueden decirnos con detalle los colores y las joyas que llevaban los que los rodeaban en aquel momento, así como detalles del dibujo de sus jerséis o corbatas. Es obvio que ahí no podía tratarse de visiones.

Una de nuestras enfermas se quedó ciega a causa de una explosión en un laboratorio. Inmediatamente después, se encontró en el exterior de su cuerpo pudiendo ver de nuevo. Miraba las consecuencias de este accidente y describió más tarde lo que ocurría cuando la gente llegaba al lugar. Cuando los médicos consiguieron hacerla volver a la vida, se había quedado completamente ciega. Esta es la explicación de por qué muchos de los moribundos luchan contra nuestras tentativas de volverlos a la vida, cuando ellos se encuentran en un lugar mucho más maravilloso, más bello y más perfecto.

Interrogamos a una serie de personas con ceguera total y fueron capaces de decirnos no solamente quién entró primero en la habitación para reanimarlas, sino que también describieron con precisión el aspecto y la ropa que llevaban los que estaban presentes, y en ningún caso los ciegos disponen de esa capacidad."

Elisabeth Kübler-Ross
Tomada del libvro La prueba de Mado Martínez, página 157



"La gente no tiene miedo a morir, la gente tiene miedo a morir en una unidad de cuidados intensivos, alejados del alimento espiritual que da una mano amorosa, separados de la posibilidad de experimentar las cosas que hacen que la vida valga la pena."

Elisabeth Kübler-Ross



“La mejor medicina es la medicina más simple.”

Elisabeth Kübler-Ross



"La muerte es sólo una transición de esta vida a otra existencia en la cual ya no hay dolor ni angustia."

Elisabeth Kübler-Ross



“La muerte física del hombre es idéntica al abandono del capullo de seda por la mariposa. El capullo de seda y su larva pueden compararse con el cuerpo humano. Desde el momento en que el capullo de seda se deteriora irreversiblemente, ya sea como consecuencia de un suicidio, de homicidio, infarto o enfermedades crónicas (no importa la forma), va a liberar a la mariposa, es decir, a nuestra alma.”

Elisabeth Kübler-Ross



"La realidad suele ser difícil de aceptar, pero ¿qué otra alternativa hay?"

Elisabeth Kübler-Ross



“La vida acaba cuando hemos aprendido todo lo que tenemos que aprender.”

Elisabeth Kübler-Ross



"La vida en el cuerpo físico representa sólo una pequeña parte de la existencia real."

Elisabeth Kübler-Ross



"Las personas más bellas  con las que me he encontrado son aquellas que han conocido la derrota, conocido el sufrimiento, conocido la lucha, conocido la pérdida, y han encontrado su forma de salir de las profundidades. Estas personas tienen una apreciación, una sensibilidad y una comprensión de la vida que los llena de compasión, humildad y una profunda inquietud amorosa. La gente bella no surge de la nada."

Elisabeth Kübler-Ross



“Las personas son como las ventanas con vidrieras: a la luz del sol brillan y relucen, pero en la oscuridad sólo son bellas si algo en su interior las ilumina.”

Elisabeth Kübler-Ross



"Lo importante es comprender, aun sin saber qué somos o qué nos sucederá al morir, que nuestro objetivo es crecer como seres humanos, miramos por dentro, encontrar algo y construir a partir de allí esa fuente de paz y comprensión y fortaleza que es nuestro yo individual. Entonces acercamos a los demás con amor, aceptación y paciencia en la esperanza de lo que podamos llegar a ser juntos."

Elizabeth Kübler-Ross
La muerte: etapa final del crecimiento





“Lo mejor de la vida consiste en descubrir lo que uno ya sabe.”

Elisabeth Kübler-Ross



"Luchamos contra el miedo y el sentimiento de culpabilidad, y buscamos el sentido de la vida, el amor y el poder." 

Elisabeth Kübler-Ross



"Morir no es algo que haya que temer; puede ser la experiencia más maravillosa de la vida: todo depende de cómo hayamos vivido."

Elisabeth Kübler-Ross



“No es necesario tener un guru ni un consejero para crecer. Los maestros se presentan en todas las formas y con toda clase de disfraces. Los niños, los enfermos terminales, una mujer de la limpieza. Todas las teorías y toda la ciencia del mundo no pueden ayudar a nadie tanto como un ser humano que no teme abrir su corazón a otro.”

Elisabeth Kübler-Ross
 pág. 191 La Rueda de la Vida



"No hay errores, no hay coincidencias. Todos los eventos son bendiciones que se nos dan para aprender."

Elisabeth Kübler-Ross


"No hay nada malo en expresar nuestro dolor, pero si nos aferramos a él se convierte en un castigo que nos imponemos a nosotros mismos." 

Elisabeth Kübler-Ross



"No se puede sanar al mundo sin sanarse primero a sí mismo."

Elisabeth Kübler-Ross



“Nuestra única finalidad en la vida es crecer espiritualmente. La casualidad no existe.”

Elisabeth Kübler-Ross



"Nuestras investigaciones en este campo han sido confirmadas por experiencias científicas realizadas en colaboración con Robert Monroe [...]. Yo misma no solo he vivido una experiencia extracorpórea espontánea, sino también otras que fueron inducidas en laboratorio bajo la vigilancia de Monroe, observadas y corroboradas por varios sabios de la Fundación Menninger, en Topeka [...]. Esta experiencia [una de las primeras] fue inducida por el doctor Monroe por medios iatrógenos en un laboratorio de Virginia y vigilada por algunos sabios escépticos. En el transcurso de una de ellas, fui devuelta a mi cuerpo físico por el jefe del laboratorio, que estimó que había partido demasiado pronto y demasiado deprisa. Ante mi gran consternación, él interfirió así en mis propias necesidades y en mi propia personalidad. En el siguiente intento, decidí soslayar el problema de una intervención ajena programando yo misma mi salida para ir más rápido que la velocidad de la luz y más lejos, donde ningún ser humano hubiera estado durante una experiencia extracorpórea. En el mismo momento en que esta fue inducida, abandoné mi cuerpo a una velocidad increíble. Lo único que recuerdo de la vuelta a mi cuerpo físico fueron las palabras “Shanti Nilaya” (expresión sánscrita que significaba «puerto final de la paz» o «último puerto de la paz»). No tenía ni idea del significado o de la interpretación de esas palabras. Tampoco tenía noción de dónde había estado».

Poco a poco y no sin miedo, me di cuenta de que había ido demasiado lejos en mi experiencia extracorporal y debía sufrir las consecuencias de mi propia decisión [...]. En el propio sentido del término, viví en mí misma las miles de muertes por las que habían pasado mis enfermos. Agonizaba en el sentido físico, emocional, intelectual, espiritual. Fui incapaz de respirar, invadida por el dolor».

La experiencia que acabo de relataros cambió mi vida de una manera que no os sabría explicar."

Elisabeth Kübler-Ross
Tomada del libro La prueba de Mado Martínez, página 180



"Nuestros miedos no detienen a la muerte, sino a la vida."

Elisabeth Kübler-Ross




"¿Realmente es así como quiero vivir mi vida? Todos nos hemos hecho esta pregunta en algún momento. La tragedia no es que la vida sea corta, sino que a menudo solo tenemos una tardía percepción de lo que realmente importa."

Elisabeth Kübler-Ross



"Si no se usa la cabeza, el alma y el corazón, no se puede contribuir a sanar ni a un solo ser humano".

Elisabeth Kübler-Ross
 La Rueda de la Vida



"Siempre digo que la muerte puede ser una de las más grandiosas experiencias de la vida. Si se vive bien cada día, entonces no hay nada que temer."

Elisabeth Kübler-Ross
 La Rueda de la Vida, pág. 3



“Su alma y la mía y toda cosa viviente es una partícula de Dios que desciende a este mundo. Eso es la vida.”

Elisabeth Kübler-Ross



“Tal vez uno de los mayores efectos colaterales de los problemas es que nos enseña que la vida es raramente aquello que quisiéramos que fuera; por el contrario, la vida es sencillamente lo que es. Y nosotros somos simplemente como somos. Lo que necesitamos es el deseo de buscar dones en todas nuestras experiencias, tanto en las extraordinarias como en las cotidianas.”

Elisabeth Kübler-Ross



"Todas las penurias que se sufren en la vida, todas las tribulaciones y pesadillas, todas las cosas que podríamos considerar castigos de Dios son en realidad regalos. Son la oportunidad para crecer que es la única finalidad de la vida."

Elisabeth Kübler-Ross



"Todos hemos de aprender a amar y a ser amados incondicionalmente."

Elisabeth Kübler-Ross



"Uno debe reducir el lastre emocional de guardarse asuntos inacabados."

Elisabeth Kübler-Ross
Tomada del libro de Pim van Lommel Consciencia más allá de la vida, página, 19



"Vivir bien quiere decir aprender a amar"

Elisabeth Kübler-Ross








Gerolamo Cardano Mi vida

 Tenía yo, si no recuerdo mal, dieciocho años. Mis conocimientos no iban más allá de la geometría que mi padre me había enseñado. Lo acompañaba yo cierto día para hacer una visita. El entró en la casa y yo me quedé fuera esperando (estaba sentado sobre un banco de tablas, tan grabado tengo ese día en la memoria). Al rato sale un ataúd de allí y la comitiva del entierro. Ello fue que de un modo vehemente se me vino a la cabeza la idea de la muerte y una especie de angustia: pese a ser yo un mozuelo, me representaba la muerte como algo real o, al menos, inevitable para todos. Duro me parecía, además, vivir como si no se hubiese vivido. No me es fácil decir si ello ocurrió por alguna inspiración divina o por el ardor de mi mocedad; lo que sí puedo asegurar es que desde los comienzos de mi existencia me consumían ansias inextinguibles de fama inmortal»
 
Gerolamo Cardano
Mi vida, página 12
 

 
“¿Qué queda ya por escribir?” — dirás. Pero te equivocas, como suele decirse, de parte a parte. Te demostré hace tiempo que nada se ha escrito sobre nada y que las propiedades y esencias de las cosas son en sí mismas infinitas.
 
Gerolamo Cardano
Mi vida, página 14
 
 
Escribir bien sin una técnica es del todo imposible; hacerlo con ella es muy trabajoso; lo más difícil de todo es estar libre de culpa, pues nos dejamos arrastrar por nuestras particulares simpatías, por el afán momentáneo de gloria, por las ansias de dinero, por las ganas de polemizar; nos gustamos a nosotros mismos, nos gusta el incremento y tamaño de nuestra producción, nos dejamos llevar por pluma y labia si es que alguna tenemos.
 
Gerolamo Cardano
Mi vida, página 16
 
 
De tres cosas se ocupa la metoposcopia: de la forma de la frente, de sus rayas y de los lunares y manchas de la cara toda […]. Es una teoría muy racional, que exige cálculo y participación de la reglas de la lógica.
 
Gerolamo Cardano
Mi vida, página 3
 
 
El estudio de la filosofía es en sí mismo hermoso y nos lleva al conocimiento de lo más elemental de la vida (ad primae vitae notitiam); de otra parte, su fruto es tanto la ciencia de la naturaleza, de la que derivan las técnicas (artes) —el empuje (impulsas) mediante fuego y agua, máquinas que se vacían y tiran de ellas mismas (machinarum se exonerantium trahentiumque)— como el conocimiento de las propiedades de las cosas y sus causas, de donde se saca que lo que a otros parece milagro a nosotros se nos manifiesta con un por qué y un modo de comportarse»
 
Gerolamo Cardano
Mi vida, página 34
 
 
Nos levantamos engreídos, andamos descarriados, enseñamos lo que no hemos aprendido y, cuanto más presumimos de saber, tanto más nos equivocamos, hundiendo a otros en nuestro desvarío. Tal es la miserable ciencia de los mortales: sombra vana.
 
Gerolamo Cardano
Mi vida, página 35
 
 
Más de una vez he dicho que sólo vemos una sombra, no las cosas mismas ni sus interioridades (intima). ¡Dichoso, en cambio, aquel que examine las interioridades de una mosca, una chinche, un piojo o una pulga!
 
Gerolamo Cardano
Mi vida, página 36
 
 
Pese a que he preguntado a muchos hombres juiciosos si alguna vez han sentido algo extraño a la naturaleza (extra naturam), apenas hallé uno o dos que me dijeran que sí. De otra parte, como a mí me ocurre sentir cosas así bastantes veces, pues por una virtud natural (naturae vi) las siento, está claro que Naturaleza me ha llevado hasta sus confines últimos como explorador (speculator) de lo que hay más allá, a fin de que luego se lo muestre a los mortales. Y si es verdad, como creo, que he sentido tales cosas, a la vista está que no es ésta la meta de nuestra vida, que no es éste su territorio sino sólo para quienes, de espaldas a la inmortalidad, se entregan por entero a los halagos de este mundo.
 
Gerolamo Cardano
Mi vida, página 38
 
 
Y, como muchas veces pienso yo para mis adentros (si semejante opinión no se opusiera a la religión (legi) cristiana), me atrevería a decir que los espíritus de unos demonios malvados (malorum daemonum animos) se han encarnado en los cuerpos de los hombres y están pagando aquí el castigo de alguna culpa, de manera que no habría de esperarse castigo ninguno después de la muerte. Tan gran de es el montón de nuestras desdichas, que una vida como ésta no pudo imponérseles sino a malvados y por obra de un dios malvado.
 
Gerolamo Cardano
Mi vida, página 42
 
 
Cuando leemos nuestros propios escritos nos vemos enteros a nosotros mismos como en un espejo.
 
Gerolamo Cardano
Mi vida, página 47
 
 
Y es que creo que al igual que en los seres naturales, así también en los libros, juntamente con los argumentos relativos a cosas excelentes, surgen por fuerza ciertas partes que desprenden una suerte de olor excrementicio (quae faecem quamdam redoleant), y, si a otros no les parece necesario, a mí al menos me sucede que de vez en cuando echo al fuego libros ya completos, que me han costado no pocas fatigas, y de tamaño nada despreciable».
 
Gerolamo Cardano
Mi vida, página 51
 
 
NACIMIENTO
 
Después de probar en vano diversos abortivos (según oí contar), nací el año 1501, el día 24 de septiembre, cuando todavía no había transcurrido íntegra la primera hora de la noche, sólo poco más de su mitad, aunque sin llegar todavía a las dos terceras partes.
 
Las casas principales del horóscopo se hallaban tales cuales las he descrito en la octava de las genituras que añadí a mi Comentario al Quadripartito de Tolomeo. Tomé en consideración que las dos luminarias caían en las esquinas y ninguna de ellas divisaba el ascendente, ya que estaban en la casa VI y en la XII. Podían también estar en la VIII, con esta condición: puesto que la Luna desciende y no hay ángulo, podría decirse que cae desde el ángulo. Aunque no estaban los planetas perjudiciales en el ángulo, sin embargo, Marte perjudicaba a las dos luminarias, a causa de su hostilidad hacia aquellas casas y de su cuadratura con la Luna. Era posible, en consecuencia, que yo naciera monstruoso. Ahora bien, como el punto de la conjunción precedente fue el grado vigesimonoveno de Virgo, debí ser monstruoso.
 
Y, desde luego, era fácil que saliera descoyuntado del vientre de mi madre, para lo que faltó poco. Porque, una vez que nací, o mejor dicho, una vez que me arrancaron del seno materno como muerto y con los cabellos negros y rizados, me reanimaron con un baño de vino caliente, cosa que a otro pudo serle fatal. Mi madre estuvo de parto tres días seguidos, pero yo, a la postre, salí adelante.
 
Pero, volviendo al horóscopo, el Sol, los dos planetas perjudiciales y Venus y Mercurio estaban en signos humanos: de ahí que yo no dejara de tener forma humana. No obstante, como Júpiter estaba en el ascendente junto con Venus, que dominaba todo mi horóscopo, no pasé sin cierto daño en mis genitales, de modo que desde los veintiún años a los treinta y uno no pude realizar el coito y muy a menudo lamenté mi suerte, envidioso de la de cualquier otro que no fuera yo. Y puesto que, como he dicho, Venus dominaba todo el horóscopo y Júpiter estaba en el ascendente, salí con mala suerte y un poquitín tartamudo, a lo que se añadió una propensión, como dice Tolomeo, intermedia entre fría y ‘harpocrática’, esto es, una capacidad de adivinación fugaz y repentina —se le llama con término más elegante ‘presentimiento’— en la que alguna que otra vez he descollado y alcanzado renombre, al igual que en otros géneros de adivinación. Como Venus y Mercurio estaban bajo los rayos del Sol, al que daban toda su fuerza, hubiera podido yo así llegar a ser alguien, aun con una genitura, como la llama Tolomeo, tan pobre y desventurada, si el Sol no hubiese estado demasiado bajo, inclinándose hacia la casa VI desde su altura. Así que me que me quedó solamente cierta astucia y un talante poco generoso; todos mis proyectos son suspendidos o aplazados. Por decirlo en una sola palabra: soy una persona carente de vigor corporal, de pocos amigos, de bienes escasos, con muchos enemigos —a los que en su gran mayoría no conozco ni de vista ni por referencias—, sin humana sabiduría y desprovisto de buena memoria, aunque un tanto mejor dotado en materia de previsión. Sobre este particular, no sé por qué una cualidad que de cara a mi familia y a mis antepasados se tiene por infamante es para ellos prestigiosa y hasta objeto de envidias.
 
El mismo día que yo nació en tiempos Augusto y comenzó la nueva indicción; también ese día Fernando, rey nobilísimo de las Españas, y su esposa Isabel hicieron zarpar la flota que los hizo dueños de toda la parte de Occidente.
 
Gerolamo Cardano
Mi vida, página 74
 
 
Los médicos y astrólogos adoptan el siguiente método: colocan los componentes del carácter natural entre las cualidades primarias y los del adquirido los achacan a la educación, los estudios y el ambiente. Todos estos factores se dan en todos los hombres, pero propiamente en cada edad van realizándose alteraciones, aún en idénticas circunstancias.
 
Gerolamo Cardano
Mi vida, página 107
 
 
En cuanto a la astrología judiciaria, la he cultivado desde luego y hasta le he prestado, bien que, a mi pesar, más crédito del que debía. La astrología natural no me ha servido de nada, pues empecé a aprenderla hace tan sólo tres años, esto es, cuando ya contaba setenta y un años de edad.
 
Gerolamo Cardano
Mi vida, página 186
 
 
Conque nada nuevo traigo aquí, sólo estoy desnudando a la Verdad.
 
Gerolamo Cardano
Mi vida, página 111
 
 
Las molestias de esta vida no pueden ser en modo alguno equiparables a la felicidad que esperamos en la venidera. Ello no es óbice para que cuando se te presenten sufrimientos por encima de tus fuerzas, te impresionen de tal manera, que creas que no hay cosa mayor y ni dudarlo puedas. Ahora bien, cuando pasan, te parecen como un sueño. ¡Ojalá y Dios quiera que esta Caribdis sea arrasada en el camino hacia tan gran recompensa! Oirían los hombres con más atención los avisos del Cielo, tendrían presente lo que oyen, disfrutarían más ampliamente de lo que tienen, llevarían una vida más piadosa y darían ejemplo a los demás.
 
Gerolamo Cardano
Mi vida, página 126
 
 
Siempre que pude no confié nada a mi memoria, sino al papel.
 
Gerolamo Cardano
Mi vida, página 129
 
 
Se deben hacer cosas cuyo recuerdo en ninguna época de nuestra vida nos avergüence y cuya posibilidad nos abandone antes que la voluntad de realizarlas. En el recuerdo de cosas así consiste la tranquilidad, y todavía mejor si no comporta tristeza.
 
Gerolamo Cardano
Mi vida, página 255
 
 
Es imposible no errar, pero resulta inevitable que yerren más de la cuenta quienes se hacen esclavos de los placeres.
 
Gerolamo Cardano
Mi vida, página 268
 
 
Capítulo LIII
MI TRATO CON LOS HOMBRES
 
Entiendo que, por causas diversas y sobre todo ahora en mi vejez, soy poco apto para el trato con los hombres. Ante todo, porque me gusta la soledad y nunca estoy más cerca de quienes más quiero que cuando estoy solo. Y son los que más quiero Dios y mi espíritu bueno, a los que en mi soledad contemplo.
 
El uno es Dios, el inmenso bien, la sabiduría eterna, el principio y autor de la luz pura, nuestro gozo verdadero, aquel de quien no cabe pensar nos abandone, el fundamento de la verdad, el amor voluntario, el hacedor de todo, el que es feliz en sí mismo, amparo y deseo de todos los bienaventurados, justicia altísima y profundísima, protector de los muertos que a los vivos nunca olvida.
 
El otro es el espíritu que por mandato divino me defiende: compasivo, buen consejero, mi auxilio y mi consuelo en las adversidades. Porque ¿qué hombre puedes poner ante mis ojos, sea cual sea su condición, que no transporte siempre consigo su fardo de la mierda y su botella de la orina que por sus mismas venas corre? Los más, aunque se las den de lindos, tienen las tripas atiborradas de lombrices; muchos de esos que a todos gustan (y muchas, para equilibrar el otro plato de la balanza) están infectados de piojos; a unos les hieden los sobacos, a otros los pies, a la mayoría la boca. Cuando reparo en estas cosas, ¿a qué mortal (si atiendo a su cuerpo) puedo guardarle afecto? ¡Bah! Un cachorro de perro o un chivito resulta más limpio y aseado. Si atiendo al alma, ¿cuál de los seres animados es más traidor, perverso y mentiroso que el hombre? «Pero yo prescindo de las facultades sujetas a las pasiones y me propongo amar el entendimiento». De acuerdo, pero ¿qué entendimiento hay más puro que el divino o más elevado o más certero a la hora de enseñarte la verdad? Están de libros llenas las bibliotecas, las almas desnudas de ciencia. Copian, no escriben. No son ingenios lo que nos falta sino otra cosa. ¿Qué me cabe esperar, pues, de mi trato con los hombres? ¡Charlatanes, avaros, mentirosos, intrigantes! Señaladme con el dedo a uno solo que, en una época tan rica en recursos como la nuestra y teniendo a mano un instrumento tan útil como la imprenta, haya escrito ni la centésima parte de las invenciones de Teofrasto y cambiaré de opinión. Todo, al contrario, con sus pamplinas —que si aquí dice oὐ o dice ὄν— empañan los valiosos y estupendos hallazgos del griego. Esas cuestiones no tienen nada que ver con la realidad: los descubrimientos se deben a la calma y al sosiego y a la reflexión continuada, unida a la experiencia, cosas todas que acompañan a la soledad, no al trato con los hombres, tal como leemos en Arquímedes. Por lo que a mí concierne, de mis cerca de sesenta inventos, ni veinte debo a relaciones o alianzas con otros. No querría que me cogieran en una mentira si a lo mejor son algunos menos: confieso que en matemáticas algunas novedades, aunque muy poquitas, llegaron a mis oídos a través de fray Niccolò. Ahora bien, ¿cuántas hay que restarme por ello? La enorme multitud de mis invenciones se debe a otras causas, como a la virtud hasta ahora oculta de la iluminación o a otra más poderosa. ¿Qué, pues, tengo yo que ver con los hombres? Otro razonamiento: los ricos no se rebajan a mi trato y el trato con los pobres bien poca falta me hace: si los halago, no voy a remediar sus males; si los provoco, lo tomarán a mal. Y luego está que los viejos somos pesados, amargos, quejumbrosos, resentidos: ¿para qué voy a arrimarme a ellos? Además, me queda ya poco tiempo: «Los días de nuestra vida son setenta años y ochenta en los más robustos». Conque poco me queda para frivolidades. Entonces ¿qué porción de mi tiempo les cederé a los otros? ¿La que dedico a la contemplación?: sería injusto e impío por mi parte. ¿La que dedico a escribir?: sería estúpido, ya que supondría tener que volver a tareas de las que por suerte he podido zafarme. ¿La de mis ocios?: sería suicida con sólo que les concediera el tiempo de mis ejercicios, el de mi sueño o el de la administración de la casa. Después vendría la cuestión: ¿A quiénes? ¿A los amigos?: para nada, porque ellos querrán mi ayuda, no mi charla. ¿A los enemigos?: ¿para qué? ¿A los sabios?: pero estos quizá piensen que saben más que yo y, si de verdad son sabios, se producirá una pugna en torno al rango; si me propusiera aprender de ellos, ¿de qué me serviría?; si quisiera enseñarles, sería un descaro y el difundir los conocimientos propios para no ganar sino odios sería un derroche. Y además, ¿habré de repartir mi tiempo con uno solo o con muchos a la vez? Si con muchos, ¿cuál es el límite? Si con uno, ¿acaso te crees que ése es Dios?; provocarás la envidia de los otros y, de nuevo, te verás forzado a engolfarte en un mar tempestuoso: muchos a la vez estarán hablando y riéndose de ti a tus espaldas. Te expones a numerosos percances sin ninguna compensación, pues las dos cosas que aquí más valen, la donosura en el hablar y la simpatía en el trato, están del todo reñidas con la condición natural de los ancianos. De todo esto que vengo diciendo no pongo a otro por testigo que al mismo Aristóteles.
 
Así pues, siempre he sido de trato difícil y esa fue una de las causas de que no tuviera por costumbre asistir a banquetes. Y no es que rechace o desprecie a la gente de bien y honrada, no digo ya a los afligidos, a los que me han hecho favores o a los sabios. Se me objetará: «El hombre es un animal sociable, ¿qué será de ti cuando por tu proceder te sientas como quien abjura del Reino del Mundo y de la amistad? ¿Qué harás? Tú presumes de tener amigos poderosos: ¿es eso jactancia vana o realmente te sirve de algo? Tienen ellos quienes les deleiten en sus banquetes con chistes y juegos: ¿qué tendría que pasar para que dejen a sus bufones y te acojan a ti? ¿De qué te valdrán tus estudios si no gozan de cierto renombre entre la gente?
 
Scire tuum nihil est, nisi te scire hoc sciat alter (Persio, I, 27)
 
En fin, si alguna vez te falta lo necesario para tu sustento, sufrirás muchas incomodidades». Sé que se me puede hacer objeciones así, pero no se me oculta que muchas cosas que parecen duras y absurdas, una vez examinadas, no lo son; y, al contrario, cosas aparentemente agradables y provechosas resultan a la larga absurdas y duras. Y por este camino tengo a mi disposición la mayoría de las veces cuanto, a mis necesidades basta, merced a aquellos que he dicho que admito a trato y que me bastan y me son de más provecho que la masa del vulgo y me inspiran confianza.
 
Gerolamo Cardano
Mi vida, página 273
 
 
Por lo raro es tan apreciado el unicornio
 
Gerolamo Cardano
Mi vida, página 256
 
 
Hay quienes nos deshonran con su presencia, hay quienes nos honran más con su marcha»
 
Gerolamo Cardano
Mi vida, página 256
 
 
Para alejar a un mozalbete de las malas compañías le dije que le podría enseñar una manzana que echó a perder el montón sano, pero que él no me podría enseñar un montón que sanara a una sola manzana podrida.
 
Gerolamo Cardano
Mi vida, página 256
 
 
La sabiduría, como mineral precioso, hay que arrancarla de las entrañas de la tierra.
 
Gerolamo Cardano
Mi vida, página 256
 
 
Es mejor callar cien cosas que hay que decir, que decir una sola que hay que callar.
 
Gerolamo Cardano
Mi vida, página 258
 
 
La rapidez en charlar es muy dañina, la rapidez en actuar es de vez en cuando necesaria, la rapidez en deliberar no debe ser ni mucha ni poca.
 
Gerolamo Cardano
Mi vida, página 259
 
 
Haz que tu libro tenga una aplicación práctica y que esta aplicación lo haga redondo. Este y no otro es el libro perfecto.
 
Gerolamo Cardano
Mi vida, página 259
 
 
ENDECHA POR LA MUERTE DE MI HIJO
 
¿Quién te arrancó de mis brazos, a ti, mi hijo más tierno?
¿Quién fue capaz de poner tanto llanto en mis últimos años?
¿Quién albergó corazón tan duro en su pecho? ¡Destino,
ay, riguroso, que quiso segar en flor mi cosecha!
5 No te salvó Calíope, Apolo no pudo salvarte:
callen por siempre los can tos, la cítara y flauta sonoras,
que de nuevo me sacan suspiros por mi hijo querido,
al recordarme cómo cantaba sus dulces canciones.
Tu doctorado, tus muchos saberes en medicina,
10tus elegantes latines, dime, ¿de qué te sirvieron,
si de repente tus largos esfuerzos ya no son nada?
¿Qué lograste al salvar a soldados de España y a nobles
conciudadanos, si un jefe español y un notable paisano
mandan que ruedes herido por hoja de alfanje sañudo?
15 ¡Ay, ya no sé que me haga, que el alma en el pecho se muere
mientras recuerda, hijo mío, tu sino fatal en silencio!
¡Ay, que no me dejan poner mi dolor por escrito
ni me dejan llorar por el hijo que a mí me arrebatan!
Las alabanzas eternas que yo a tus cenizas cantara
20 callo, pues fueron causa de muerte no merecida.
Hijo, bajo el poder de un príncipe bueno sufriste
recia condena que al modo antiguo el Senado te impuso
por tomarte venganza en mujer adúltera y falsa.
Llévese la honra tranquilo el galán de nuestras mujeres,
25 si se impone castigo a la diestra de los vengadores.
Hijo valiente, ¡ay!, retrato fiel de tu padre,
digno eras tú de vivir una larga vida gloriosa;
ya no es posible, pues todo lo bueno y lucido
del tenebroso suelo a lo alto se llevan las Parcas.
30 ¡Mozo valiente a más de noble, yo aquí te saludo:
digno rival de tu padre, digno rival de tu abuelo!
Lejos estaba el rey, esperanza segura de perdones;
Febo su luz de las tierras aparta, escóndese Febe;
ya en el límpido cielo no brillan las altas estrellas
35 para no ver palacios manchados de horrenda matanza.
¿Dónde llevar mis pasos? ¿Qué suelo encierra tu cuerpo,
miembros partidos, cadáver sajado? ¿Son estas las nuevas,
hijo, que traes a tu padre viajero por tierras y mares
para buscarte? ¡Clavad en mí, sayones, los dardos,
40 si corazón tenéis, matadme con vuestras espadas!
¡Tú, poderoso rey de los dioses, apiádate y lanza
y a tu centella, sumérgeme ya en los infiernos,
que otro modo no tengo de hacer que mis penas acaben!
No son estas, no, las promesas que hiciste a tu padre
45 de con cautela lanzarte a la busca de crudos amores
que han acabado contigo! ¡Oh esposa intachable,
cuánta suerte has tenido al morir sin ver tu desgracia!
Hijo del alma, tu nombre a sabiendas he deshonrado
cuando a destierro salí dejando la casa paterna
50 para pagar la condena debida al rencor de los míos.
¡Ah si yo hubiese, muriendo, rendido un alma culpable:
pero no, que, viviendo, a mí sino derroto y supero!
Ha de vivir, sin embargo, por todos los siglos tu nombre,
hijo querido, de ti la India sabrá y la Bactriana.
Para nosotros has muerto: el orbe entero te guarda.
 
Gerolamo Cardano
Mi vida, página 262
 
Tres cosas ante todas nos hacen mudar de costumbres: la edad, la fortuna y el matrimonio. Por tanto, ándate con cuidado, y lo mismo respecto al trato con los hombres, que es como hierro candente: si lo coges con la mano, no hay nada peor; machacado con el martillo, reporta ganancias al herrero y a todos utilidad.
 
Gerolamo Cardano
Mi vida
 
 
CUATRO DONES DE NATURALEZA
 
Se cuenta de cierto cura llamado Restituto que, siempre que quería, se quedaba tendido como muerto y sin resuello y no sentía ni pellizcos ni pinchazos y si se le arrimaba fuego se quemaba sin dolor. Esto podría parecerles a muchos asombroso e increíble, por desconocer que es cosa de lo más corriente entre los orientales, y menos se lo parecería si les dijera que a mí me pasa algo parecido. Y es que Naturaleza me ha otorgado cuatro dones que nunca he querido revelar y todos cuatro a mi juicio son dignos de admiración. El primero es que, cuantas veces quiero, me quedo traspuesto, como en éxtasis. Querría explicar cómo lo hago y qué siento, ya que no me pasa lo mismo que al cura que antes dije. Este se muestra insensible a dolores fuertes y, según se ha dicho, pierde el resuello. Sin embargo, oye las palabras como de lejos. A mí no me ocurre así, sino que oigo las palabras como en un susurro y sin entenderlas. No sé con certeza si sentiría un golpe o un pellizco apretado o los dolores agudísimos de la gota. Pero me pasa que no puedo permanecer mucho rato en semejante estado. Me doy cuenta cuando me estoy entrenando en él y a decir verdad provoco en el corazón una suerte de separación, como si el alma se retirara. Este estado se va expandiendo por todo el cuerpo, como si se hubiese abierto cierta puertecita. Comienza en la cabeza, concretamente en el cerebelo, y se va difundiendo por toda la espina dorsal al tiempo que se afianza. Lo único que percibo es que estoy fuera de mí y que sólo me retiene un tanto cierta fuerza poderosa. El segundo consiste en ver lo que se me antoje y cuando se me antoje, con los ojos, no con la imaginación, como las figuras aquellas que dije que veía cuando era niño. Pero ahora, creo que, a causa de mis tareas, ni las veo mucho rato, ni enteras, ni siempre que quiero, y a veces ni aun esforzándome. Por otra parte, estas figuraciones que se me aparecen se mueven sin cesar. Veo luces, animales, esferas y cualquier cosa que se me antoje. Creo que la causa de esto son el exceso de mi capacidad imaginativa y la sutileza de mi visión. El tercero es que veo en sueños la representación de todo lo que me va a pasar. Y me atrevo a decir sin mentira que no recuerdo que nunca me haya ocurrido nada bueno, malo o regular sin que antes —pocas veces mucho antes— no tuviera noticia de ello gracias a un sueño. El cuarto es que todo lo que me va a pasar, por insignificante que sea, imprime una huella en mis uñas. La mancha que barrunta cosas malas es negra y amoratada y aparece en la uña del dedo medio, la de los eventos felices es blanca y si tiene que ver con ascensos aparece en la uña del pulgar, con las riquezas en la uña del índice, con mis estudios y otros asuntos de mayor importancia en la uña del anular, con descubrimientos triviales en la uña del meñique. Si la mancha es compacta anuncia seguridad; si estrellada, inseguridad —particularmente en los negocios públicos y en los que dependen de la palabra. Si se miran estas cosas como naturales, ni es extravío ni se ofende a Dios, al contrario, se muestra uno agradecido con El, según verán todos excepto los supersticiosos y los ignorantes; si las consideramos ocasionadas por demonios, se incurre abiertamente en idolatría y se es loco y necio. Paso por alto otros cuatro dones que no son menos míos que estos que he dicho, si bien no dependen de mi naturaleza sino, por así decirlo, del azar y, además, son demasiado corporales.
 
Gerolamo Cardano
Mi vida, página 295
 
 
 

Mi vida

J. Dayre

"Afirmó [Cardano] que el mundo existía ab aeterno, argumentándolo de la eternidad del mar […]; dio a entender que en un principio el hombre fue engendrado ex putri como los ratones y las ranas; imaginó que los poseídos no están atormentados por el diablo sino únicamente por la atrabilis; en su obra De subtilitate, en el libro que trata sobre los demonios, escribe cosas tales de la magia doméstica y del espíritu familiar de su padre Fazio, que lo hacen abiertamente sospechoso de tal lacra (sospetto di tal magagna). Y yo he conocido a dos religiosos de la Compañía de Jesús muy viejos que, habiéndolo tratado en Bolonia, contaban haberlo visto en la sala de su estudio en presencia de otras personas semejantes hacer moverse o girar tal o cual olla (pentola) entre muchas que delante tenía o romperse éste o aquel cristal de una ventana que los presentes habían señalado; y como aquellos buenos Padres le dijeran: ‘Micer Girolamo, esto no se puede hacer’ (esto es, ‘no se puede hacer sin pecado’), el les contestaba: ‘¡Al diablo’ (expresión que continuamente tenía en la boca), ‘si se ha hecho!’."

J. Dayre
Tomada del la Introducción del libro Mi vida de Gerolamo Cardano, página 39

Francisco Socas

El astrólogo, intérprete de sueños y fisionomista

Cardano puso su piedra en los edificios de tres saberes que él y muchos contemporáneos tenían por legítimos y nosotros hoy arrojamos al infierno de las ciencias supersticiosas o vanas: la astrología, la oniromancia y la fisionomía. En la primera compuso su Comentario al Quadripartito de Tolomeo; en la segunda un libro sobre la interpretación de los sueños «a la manera de Sinesio»[41]; en la tercera, en fin, un tratado sobre metoposcopia o adivinación mediante el examen de los rasgos de la cara. El Comentario al Quadripartito supuso un ambicioso intento de renovar la astrología antigua en el punto en que quedó suspendida y con el espíritu de los orígenes, pues nuestro autor conocía bien su tradición nunca interrumpida. Al comentario añadió horóscopos de amigos y familiares, de personajes famosos y el suyo propio. Gran escándalo suscitó el horóscopo de Cristo, por más que no fue Cardano el primero que se atrevió a trazarlo[42]. El libro sobre la interpretación de los sueños[43] tiene cuatro partes. Las tres primeras se ocupan, por orden, de los factores básicos de toda investigación en esta materia: las imágenes del sueño, la forma de vida del soñador y, por último, su carácter como individuo; la cuarta sección —la de mayor interés para el biógrafo— es un catálogo de ensueños ajenos y propios con su interpretación correspondiente. Estos ensueños —sobre todo, claro es, los del autor— están narrados y descritos con extraordinario detallismo y las interpretaciones no siempre miran a la previsión adivinatoria del futuro sino que también atienden a otras cosas como los recuerdos, las inquietudes y el ambiente del soñador. Cardano estaba tan familiarizado con lo que hoy en la jerga de la ciencia del alma llamamos el ‘subsconsciente’, que a veces lo vemos hacer interpretaciones e incluso dirigir un sueño en un sentido u otro ¡mientras lo está soñando! Su ciencia aquí, como en todo, muestra un fuerte sello subjetivo, es la obra de un individuo que nunca paró de observarse y examinarse a sí mismo como el objeto viviente más a mano y más intrigante y misterioso.

Francisco Socas
En la Introducción del libro Mi vida de Gerolamo Cardano, página 28



Esta excursión, no sé si demasiado larga, por otras vidas más o menos contemporáneas, nos hace ver coincidencias casi exactas con muchos casos de superstición evidentes que nos contará nuestro personaje. La similitud en el espíritu que las anima es todavía más grande, sin embargo. También aquí se muestra Cardano como hijo de su tiempo y su ambiente: su padre tuvo tratos con un genio o demonio durante largos años y la Italia de entonces presenta un cuadro típico donde los textos clásicos ennoblecen estas creencias y la época y los hombres ponen su angustia[47]. El talante supersticioso de Cardano se reafirma en las fuentes antiguas de una parte —oyéndolo parece que oímos a un hermano de raza de aquellos romanos antiguos tan precavidos ante toda suerte de omina, monstra, prodigia y demás avisos que del ultramundo pudieran llegarles— y, de otra, se alimenta de creencias populares sin prestigio ni ecos clásicos (por ej. el creer y estar convencido de que cuando le zumba la oreja de este o aquel lado es que en su ausencia están hablando bien o mal de su persona). Ahora bien, no hay que confundir a Cardano con un místico delirante ni con un mago. Jamás practicó una charlatanería interesada ni presentó confusión u oscuridades para hacerlas pasar por ciencia arcana. En la lectura de sus libros respiramos un aire muy distinto del que se respira en los de un Agripa, un Paracelso o un della Porta. Es a su modo un pensador muy racionalista y lógico. Es verdad que siempre queda en su pensamiento un algo de salvaje e irreductiblemente primitivo, pero su obra de escritura supone un esfuerzo, todo lo tosco que se quiera, por alcanzar una cultura superior como la que en tiempos posteriores alcanzarían los sabios de la Ilustración.

Nunca, con todo y eso, se ha de olvidar que, formalmente al menos, no es factible distinguir entre el Ars magna y el Comentario al Quadripartito: en ambos libros hay orden, claridad, rigor, deducciones a partir de unas premisas, cantidades exactas, cálculo; en una palabra, todo lo que caracteriza como tal a una ciencia[48]. Sólo que la ciencia de los horóscopos parte de un monumental malentendido: que los astros gobiernan las vidas de los hombres y la naturaleza sublunar toda.

Para dejar las cosas en su sitio: cuando Cardano observa con terror la tierra removida junto a la hornilla de su casa (¿ratones o demonios?), es supersticioso; cuando traza horóscopos o interpreta sueños, es científico (añadamos: para su tiempo); cuando resuelve ecuaciones, estaba haciendo ciencia entonces, ahora y (no sabemos si) siempre.

Francisco Socas
En la Introducción del libro Mi vida de Gerolamo Cardano, página 32



La Metoposcopia aborda un tipo de indagaciones que entonces se encuadraban dentro de la que llamaban coniectura naturalis, expresión que no podemos verter al romance como ‘adivinación natural’ simplemente, pues el futuro es sólo una parte de lo que revela la fisionomía. Se acompaña también de la quiromancia y es ciencia muy legítima y científica:

«De tres cosas se ocupa la metoposcopia: de la forma de la frente, de sus rayas y de los lunares y manchas de la cara toda […]. Es una teoría muy racional, que exige cálculo y participación de la reglas de la lógica».

Francisco Socas
En la Introducción del libro Mi vida de Gerolamo Cardano, página 30

 

¿Puede pedirse más?

La superstición se organiza como ciencia sin perder un aura de religioso prestigio. La fe de los hombres es tan grande como su angustia ante el porvenir incierto. Nuestra vida es un bordado de hilos finísimos que no sabemos qué dibujo trazan. En todo tiempo el hombre ha experimentado una honda zozobra ante las veleidades de la Fortuna. Religión y ciencia son bálsamos que alivian la llaga viva del azar poderoso que es el verdadero rostro de la divinidad y del mundo. Pero también está la superstición en estado puro. El supersticioso ignora y rechaza estos alivios y quiere pelear él solo contra esa fuerza oscura. Hurga en la herida y pretende hallar mensajes y sentido en la obra pura del acaso: unas manchas, un pájaro que cruza, unas palabras oídas al descuido. Cardano no sólo es el cultivador de ciencias supersticiosas sino que además hace a maravilla la figura del supersticioso. El lector de Mi vida encontrará en ella muchos casos de superstición evidente, unos divertidos y raros, otros vulgares y chocantes. Porque ni siquiera el influjo benéfico de la religión o la ciencia quita que las gentes atiendan a estas menudencias. Lo que no depende de nuestra voluntad, como dice el pueblo, «es que está de Dios», ¿por qué no pueden muy bien revelar sus designios los pequeños acontecimientos espontáneos? ¿Cómo no interpretar estos automatismos del acontecer como una señal de aviso? También en el ámbito de las religiones monoteístas (en el paganismo nos parece, en cierto sentido, natural), pese a su coherencia, su racionalismo unificador y sus propósitos de dejar atrás como cosa vieja y pueril tales actitudes, brota de vez en cuando el anhelo de topar con una señal privada, el deseo de que me hable Dios. No por justificar a Cardano sino por ayudar a comprenderlo mejor, voy a ejemplificar este afloramiento ocasional de lo supersticioso en ambiente cristiano con dos pasajes sacados de autobiografías castellanas. Sus autores son el burgalés Francisco de Enzinas (Burgos ca. 1520-Estrasburgo 1552), un protestante de la primera hora, y Teresa de Ávila, la santa, que no requiere presentación ninguna. Cuenta el burgalés en sus Memorias lo que le pasó momentos antes de escapar de la cárcel donde lo tenía preso el Santo Oficio. Dudaba entre la huida y el martirio, pero Dios le manda un aviso del que Casualidad es mensajera:

«El primer día de febrero, cuando estaba cenando no sé por qué más apenado que de costumbre, me levanté y dejé a mis compañeros [de cárcel], cosa que solía yo hacer con cierta frecuencia, pues no aguantaba el estar demasiado tiempo a la mesa con aquella gente. Daba vueltas bastante triste por una misma estancia, cuando todos los de la casa empezaron a darme ánimos para que me desentendiera de aquel abatimiento y me alegrara un poquito. ‘Alegraos’ —les dije— ‘con vuestras copas; yo voy a tomar el fresco y a ver lo que pasa en la calle’. Fueron éstas palabras agoreras (fatidica vox) que todos oyeron y ninguno entendió; ni siquiera yo pude darme cuenta entonces de por qué Dios me inspiró aquel deseo y aquella frase».
 
El otro pasaje, que tomo del Libro de la vida de la santa abulense, aunque posterior en el tiempo, muestra un color y un sabor popular mucho más semejante a otros de Cardano. Dice así:

«Estando otra vez con la mesma persona, vimos venir hacia nosotros (y otras personas que estaban allí también lo vieron) una cosa a manera de sapo grande, con mucha más ligereza que ellos suelen andar. De la parte que él vino no puedo yo entender pudiese haber semejante sabandija ni nunca la [ha] habido, y la operación que hizo en mí me parece no era sin misterio; y tampoco esto se me olvidó jamás. ¡Oh grandeza de Dios, y con cuánto cuidado y piedad me estábades avisando de todas maneras y qué poco me aprovechó a mí».

Francisco Socas
En la Introducción del libro Mi vida de Gerolamo Cardano, página 30




"Leer una autobiografía viene a ser como hacerse una trasfusión de recuerdos ajenos, llevar a nuestras venas el humor vital de otro: se producen anticuerpos y rechazos y sólo tras un ascético ejercicio de renuncia deponemos improbables certezas y prejuicios encallecidos y estamos listos para la tarea de comprender, que es modificarnos y hacemos otro."

Francisco Socas
En la Introducción del libro Mi vida de Gerolamo Cardano, página 9

















Roberto Contreras

Despejar
los pasillos
el escritorio
las hojas.

Despejar
los pulmones
de ruido
las palabras.

Despejar
la ventana
las sábanas

la mirada

para sembrar lo que ya

ha brotado en cada uno.

Roberto Contreras




Dos mariposas nocturnas vuelan hacia mí.

Al llegar es solo una

del tamaño de mi mano.

Roberto Contreras




El dolor

es un puente

que siempre cruzamos.

Roberto Contreras




El mejor sendero
es el que deja
el agua en su caída.

Roberto Contreras




En el vuelo
de un ave
se detuvo
el tiempo.

Roberto Contreras




Entre los árboles

demasiado oscuro

para seguir leyendo.

Roberto Contreras




Escribir es cortar
surcar con una gubia
avanzar por las grietas
rodear los nudos

pulir las asperezas

con todo el tiempo del mundo.

Roberto Contreras




La garganta es un nido
donde se encuba la memoria.

La garganta es un arroyo
donde fluyen las visiones.

La garganta es una puerta
donde ingresan los sentidos.

La garganta es un tejido
donde se abriga la esperanza.

La garganta es una hoguera

donde se quema el presente.

Roberto Contreras





Mientras el tiempo no diga lo contrario:
Un vaso
Una jaula
Un cuaderno en blanco
Se hallan perplejos ante el vacío.

Roberto Contreras



Una tórtola posada en una cerca

espera al vencedor
entre un saltamontes y el viento.

Roberto Contreras











Consuelo Iturraspe

Anoche una mujer
que amaste
usó un diminutivo para referirse a vos.
Di vueltas en la cama pensando en el asunto.
Si tu nombre, un animal largo y hermoso,
casi extinto,
se traba en mi boca cada vez que quiero hablarte,
¿cómo hacen las personas importantes de tu vida
para hacer tan sencilla tu aparición?

Consuelo Iturraspe




Clonazepam

Debería haberte dicho algo brillante,
el abandono no es un barco
que zarpa a la mañana, por ejemplo.
Ahora dormís y se te escapa
que yo también puedo
hacerte cosquillas en la nuca
leyendo en voz alta libros
escritos por mujeres.
Este año hubo pérdidas,
sopló el viento
sobre nuestros ojos inflamados,
pero el que viene, por favor cambiemos
pastilla por poema.
Si dormimos,
cómo vamos a escuchar el mar,
quién va a ofrecer la espera,
qué van a iluminar los veladores.

Consuelo Iturraspe




Diccionario

El entierro fue en Río Tercero,
una de sus sobrinas
sacó una servilleta
y leyó lo que había escrito
para despedirse.
Me hubiera gustado
heredar los ojos de mi abuela,
atractivos aunque sin secretos,
del mismo verde
que el Larousse ilustrado de mi infancia.
Cuando ponían el cajón de madera
en un hueco de piedra
pensé que a esos ojos
les debo todas las palabras.

Consuelo Iturraspe





Hospital

¿Cuánto tiempo hay que pisar un suelo
para que se convierta en un hogar?

Consuelo Iturraspe




No te escribo

Acaricio perros
en la calle,
les saco fotos
a palomas arrolladas
por un Uber.
Todo lo que me gusta
es pequeño,
está muerto
o tiene un libro en la mano.

Consuelo Iturraspe



Santa Fe

Esta es la luna que te trajo, cachorro
y esta es una cerveza
pero podría ser un beso.

Para estar cerca de tu nombre,
voy a volver a esta ciudad
en un cuerpo cada vez más desarmado.

Nadie puede arrancarse de un lugar
donde se preguntó tantas veces
hasta cuándo.

Consuelo Iturraspe















Paula Giglio

Cambios

Mi color de pelo
que sobre el negro parece rubio
y sobre el miedo parece fuerte.
Me olvido de cómo es en otoño:
lacio, suave, pelo de muñeca de antes.
En verano estalla:
se vuelve rojo y enrulado.
A mí no me cuesta adaptarme.
Me cuesta permanecer.

Paula Giglio




El nudo

La cortina de tu casa
atada por el medio
con una cinta de raso.
Del otro lado del vidrio, un árbol
henchido de limones.
Vos, cuando oscurece,
cerrás todo lo que estaba abierto:
tapás la yerba y me ofrecés un té,
desatás la cinta, la cortina cae,
y yo siento
que acabás de desprenderme algo.

Paula Giglio



Gravedad

Pareciera que respondemos
a los vicios de la naturaleza.
Algo se cae y alguien lo levanta:
es un instante.
De lo contrario, la gravedad se ensaña
con el vaso de vidrio,
aunque después se arrepiente
y nos deja pegar los zapatos al piso
también la escoba
y todos los vidriecitos quietos
a la espera de las leyes de movimiento.

Paula Giglio




Metáfora del café

Ingerir
el líquido caliente
para que la boca lo quiera
en taza con manija
así la mano no se quema
con una cucharada de miel
para que ingrese la fructosa
que se convertirá en glucosa
de donde saldrá el oxígeno
que viajará por la sangre
si uno se olvida
de respirar.

Paula Giglio




Principio antrópico

Una palabra más
y se rompe el equilibrio.
El agua líquida no es casual;
tampoco la distancia
entre el Sol y la Tierra:
un poco más acá, y seríamos vapor;
un poco más allá, y seríamos de hielo.

Paula Giglio




Puntos de vista

1

En este paisaje
las nubes van quedando abajo.
Aparece y desaparece
una vida en miniatura.
Si me lo propongo,
este espacio puede ser mi hogar.
La calidez no se pierde
a pesar de los roles.
Hasta podría cuidar una planta
de interior presurizado
a diez mil metros de altura.
Viviría más tiempo
que las plantas de la tierra;
el viento le resultaría un monstruo.

2

Me traslado a lo que podría ser
una miga de pan en el mapa.
Viaje de un espacio a otro
pero viaje en el tiempo: todo es colonial.
El mar será el elemento uniforme,
una pizca de “soy siempre la misma”.
No se puede fumar con tanto sol.
Todo es verde y gotea,
inunda los ojos que se agrandan
con cada insecto que aparece.
Paseamos y te cuento
de la vez que alimenté cangrejos
con galletitas Toddy.
Terreno extremo, con altibajos
y vegetación rarísima.
Por fuera de esta mole
nos acecha el mar.
Al pie de las olas se respira distinto:
he aquí el corazón, pero
¿cuál es la sangre de una isla?

3

A veces, una persona
es un cuerpo lleno de arena
que adquiere el gesto
de la preocupación
y no logra salir de ahí.
¿Qué forma tomar, ahora
que ya no tengo bronca?
No se distingue entre el nublado
y este color de cielo atardecido.
Se ha dicho: lo más difícil
de ser feliz es darse cuenta.
De a ratos, soy la carne
que el mar sala a cachetazos.
El viento parece escupido
por la boca de un dragón.

4

Tender la ropa
como quien se alza políticamente.
Colgar las sábanas, plantar bandera.
Ser la nueva, la recién llegada,
asentarse; delimitar espacios
con paredes blancas que mueve el viento.

5

Viene y enseguida se va
trayendo caracoles:
huesos, en cierta forma.
Pienso en la última vez
que me fui de viaje.
Cuando volví
todo estaba muerto y roto.
Al instante se cortó la luz:
las plantas, el escalón, tu sombra,
nada de eso existía.

6

Dos manos
con un puñado de agua
se dicen dueñas del mar
en una forma minúscula
que también excede.

7

Nos permiten acampar
en la zona inhabitada.
Cocino, preparo un hechizo
y musitamos cosas.
Pero toda palabra
relacionada con el fuego
se extingue.
Una coma mal dicha
también deforma el sentido.
Será mejor no decir nada,
comer en penumbras,
aflojar la tierra con el dedo.

8

Me vuelvo con la sensación
de haber dejado de creer.
No es único ni absoluto:
el mar se confunde con cualquier cosa
capaz de romper y expandirse.

Paula Giglio