Barbe-Nicole Clicquot

"El mundo está en constante movimiento, y debemos inventar las cosas del mañana. Hay que ir antes que los demás, ser decidido y exigente, y dejar que la inteligencia guíe la vida. Actúa con audacia."
 
 Barbe-Nicole Clicquot
 
 
 
"Lleven la mesa de mi cocina a la bodega -quiero que le abran unos huecos y simplemente volteemos estas botellas bocabajo. ¿No creen que esa sería una mejor manera de sacar la levadura? La levadura se sentaría en el cuello de la botella, la descorchamos, eso sería más rápido, ¿no?"
 
 Barbe-Nicole Clicquot-Ponsardin
 
 
 
 
“Solo bebo champagne en dos ocasiones, cuando estoy enamorada y cuando no lo estoy.”
 
Barbe-Nicole Clicquot
 
 
 
 
 “Solo una calidad, la primerísima.”
 
 Barbe-Nicole Clicquot
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Ryan Stokes

"Me siento bendecido."
 
Ryan Stokes

J. D. P Bolton

"La idea de bondad o virtud (que en nuestros días tiene un sabor eminentemente amable) nació –al menos en Occidente– en los dominios de la guerra, cuando un guerrero ejerce una función socialmente útil para la cual está naturalmente dotado. La palabra griega (areté), que equivale a «bondad» o «excelencia» y la palabra aristos, «el mejor», están vinculadas etimológicamente; y ambas, a su vez, lo están con un verbo que significa «encajar»...

Si la excelencia, areté, de cualquier clase, debe ser reconocida como surgida de una vida vivida conforme a su naturaleza, para el hombre debe serlo conforme a la razón: ni conforme a presuntas «revelaciones divinas» comunicadas en medio de un éxtasis, ni tampoco por supresión de las facultades humanas debida a emociones vegetales o animales."

J. D. P Bolton
Tomada del libro de Liz Greene Marte en el horóscopo

Erik Varden

"La misericordia de Dios no excluye a nadie."
 
 
Erik Varden
 Tomada del libro El último papa de Giovanni Maria Vian, página 216
 
 
 
"Parece evidente que el principal desafío del anuncio cristiano actual es antropológico. “¿Qué es el hombre?” La pregunta, planteada por los salmos, preocupa mucho en nuestro tiempo», y este debate, centrado en la sexualidad, suscita «emociones fuertes»
 
Erik Varden
 Tomada del libro El último papa de Giovanni Maria Vian, página 216

El peregrino ruso o Relatos de un peregrino ruso

Por la gracia de Dios soy hombre y soy cristiano; por mis actos, gran pecador; por estado, peregrino de la más baja condición, andando siempre errante de un lugar a otro. Mis bienes son: a la espalda, una alforja con pan duro, la santa Biblia en el bolsillo y basta de contar. El domingo vigesimocuarto después de la Trinidad entré en la Iglesia para orar durante el oficio; estaban leyendo la epístola de San Pablo a los Tesalonicenses, en el pasaje en que está escrito: Orad sin cesar. Estas palabras penetraron profundamente en mi espíritu, y me pregunté cómo es posible orar sin cesar, siendo así que todos debemos ocuparnos en diversos trabajos a fin de proveer a la propia subsistencia. Busqué en la Biblia y leí con mis propios ojos exactamente lo mismo que había oído: Orad sin cesar; orad en todo momento en espíritu; orad en todo lugar levantando unas manos puras. Inútil reflexionar; yo no sabía qué partido tomar.



SOLEDAD

    Después de haber caminado cincuenta verstas por el camino real, entré por unos caminos de campo, más solitarios y propios a la lectura. Durante un tiempo fui vagando por los bosques; de cuando en cuando encontraba una aldea. Con frecuencia, me quedaba todo el día en el bosque leyendo la Filocalia, en la que encontraba admirables y profundas enseńanzas. Mi corazón se inflamaba en deseos de unirse con Dios mediante la oración interior, que yo me esforzaba por estudiar y descubrir en la Filocalia. Al mismo tiempo estaba triste por no haber podido hallar un abrigo donde poder entregarme a la lectura en paz y sin distraerme en otras cosas.

    Por esa época, leía también mi Biblia y veía que empezaba a entenderla mejor; encontraba en ella menos pasajes oscuros. Razón tienen los Padres al decir que la Filocalia es la llave que descubre los misterios encerrados en las Escrituras. Bajo su dirección, comencé a comprender el sentido oculto en la Palabra de Dios; descubrí lo que significan el hombre interior oculto en el corazón, la verdadera oración: la adoración en espíritu el Reino de Dios dentro de nosotros, la intercesión del Espíritu Santo; entendí el sentido de estas palabras: Vosotros estáis en mi, dame tu corazón, revestíos del Seńor Jesucristo, los desposorios del Espíritu en nuestros corazones, la invocación: ĄAbba, Padre!, y otras muchas cosas. Cuando oraba en lo más profundo de mi corazón, todas las cosas que me rodeaban aparecíanme bajo un aspecto encantador: árboles, hierbas, aves, tierra, aire, luz, todas parecían decirme que existen para el hombre y que dan testimonio del amor de Dios por el hombre; todas oraban, todas cantaban la gloria de Dios. Así llegué a comprender aquello que la Filocalia llama Ťel conocimiento del lenguaje de la creaciónť, y veía cómo es posible conversar con las criaturas de Dios.




CAPÍTULO SÉPTIMO

EL PEREGRINO: Mi piadoso amigo, el profesor, y yo no podíamos resistir al deseo de emprender nuestro viaje y, antes de hacerlo, de pasar un momento para deciros un último adiós y pediros que recéis por nosotros.

EL PROFESOR: Sí, nuestro trato íntimo con vos ha significado mucho para nosotros, así como las salutíferas conversaciones sobre cuestiones espirituales de que hemos gozado en vuestra casa, en compańía de vuestros amigos. Guardaremos recuerdo de todo ello en nuestros corazones como prenda de confraternidad y amor cristiano en esa tierra lejana a la que nos vamos prestos.

EL STARETS: Gracias por acordaros de mí. Y, a propósito, Ącuán oportunamente llegáis! Hay dos viajeros hospedados aquí, un monje moldavo y un eremita que ha vivido en silencio en un bosque durante veinticinco ańos. Quieren veros. Los llamaré en seguida. Helos aquí.

EL PEREGRINO: ĄAh, qué bendición es una vida de soledad! ĄY cuán apropiada para llevar al alma a la unión ininterrumpida con Dios! El bosque silencioso es como un Jardín del Paraíso en el que el delicioso árbol de la vida crece en el corazón devoto del solitario. Si yo tuviera de qué vivir, nada, creo, me apartaría de una vida eremítica.

EL PROFESOR: Todo nos parece particularmente deseable visto desde lejos. Pero todos comprobamos por experiencia que todo lugar, aunque pueda tener sus ventajas, tiene también sus inconvenientes. Ciertamente que si uno es melancólico por temperamento e inclinado al silencio, entonces una vida solitaria es un consuelo. ĄPero cuántos peligros hay a lo largo de esta vía! La historia de la vida ascética proporciona muchos ejemplos que muestran cómo numerosos solitarios y eremitas, habiéndose privado enteramente de todo trato humano, han incurrido en el engańo a sí mismos y han sido víctimas de profundas seducciones.

EL EREMITA: Me sorprendo de cuán a menudo se oye decir en Rusia, no sólo en casas religiosas, sino incluso entre los laicos temerosos de Dios, que muchos que desean la vida eremítica, o ejercitarse en la práctica de la oración interior, se guardan de seguir esta inclinación por el temor de que las seducciones los pierdan. Empeńados en ello, presentan ejemplos de la conclusión a la que han llegado como argumento tanto para evitar ellos mismos la vida interior, como para desviar también de ella a los demás. En mi opinión, esto proviene de dos causas: bien de la incapacidad de comprender la tarea que hay que realizar y falta de luces espirituales, bien de su propia indiferencia hacia la realización contemplativa y celos de que otros, que están a un nivel bajo en comparación con ellos, puedan dejarles atrás en este conocimiento superior. Es una gran lástima que los que tienen esta convicción no investiguen la enseńanza de los Santos Padres sobre este particular, puesto que éstos enseńan, de forma bien determinante, que no se debe ni temer ni dudar cuando se invoca a Dios. Si algunos han caído, en efecto, en el engańo de sí mismos y en el fanatismo, ello es consecuencia del orgullo, de no tener un maestro y de tomar las apariencias y la imaginación por la realidad. Si tal tiempo de prueba llegase, precisan los Padres, él traería la experiencia y daría una corona de gloria, porque el auxilio de Dios viene con prontitud en protección, cuando tal cosa es permitida. Sed valientes. Yo estoy con vosotros; no temáis, dice Jesucristo. De esto se desprende que sentir miedo e inquietud por la vida interior con el pretexto del riesgo del engańo a uno mismo es cosa vana. Porque la humilde conciencia de los propios pecados, la apertura del alma al maestro de uno y la ausencia de imágenes en la oración son una fuerte y segura defensa contra esas ilusiones tentadoras de las que algunos sienten tanto miedo, y por las que no se aventuran en la actividad espiritual. Y, dicho sea de paso, estos últimos se hallan ellos mismos expuestos a la tentación, como nos recuerdan las sabias palabras de Filoteo el Sinaíta, quien dice así: ŤHay muchos monjes que no comprenden la ilusión de sus propias mentes, que sufren a manos de los demonios; es decir, ellos se dan con diligencia a una sola forma de actividad, las buenas obras exteriores, y en cuanto a la actividad espiritual, esto es, la contemplación interior, ellos casi no se preocupan, ya que sobre este punto son ignorantes.ť ŤIncluso si oyen de otros que la gracia obra interiormente en ellos, por celos no lo ven sino como un engańo a sí mismosť, declara San Gregorio el Sinaíta.

EL PROFESOR: Permitidme haceros una pregunta. Por supuesto que la conciencia de los propios pecados es conveniente para todo el que pone alguna atención sobre sí mismo. Pero, żcómo proceder cuando no se dispone de un maestro que le guía a uno en la vía de la vida interior por experiencia propia, y que, cuando uno le ha abierto a él su corazón, le imparta el conocimiento correcto y fidedigno acerca de la vida espiritual? En este caso, sin duda, żno sería mejor no intentar la contemplación que probar por uno mismo sin ningún guía? Además, por mi parte no entiendo con facilidad cómo, si uno se pone en la presencia de Dios, es posible observar una completa ausencia de imágenes. No es natural, ya que nuestra alma o nuestra mente no pueden representarse nada privado de forma, en una absoluta ausencia de imágenes. żY por qué, realmente, cuando el alma está inmersa en Dios, no hemos de representarnos a Jesucristo o a la Santísima Trinidad, por ejemplo?

EL EREMITA: La guía de un maestro o starets con experiencia y conocedor de las cosas espirituales, a quien uno pueda abrir su corazón cada día sin reservas, con confianza y aprovechamiento, y decir sus pensamientos y aquello con lo que uno se ha encontrado en el camino de la educación interior, es la condición primordial para la práctica de la oración del corazón para quien ha emprendido la vía del silencio. Sin embargo, en casos en que sea imposible encontrar uno, los mismos Santos Padres que prescriben esto, hacen una excepción. Nicéforo el Monje da instrucciones claras acerca de ello, de este modo: ŤDurante la práctica de la actividad interior del corazón se requiere un maestro auténtico y que posea un conocimiento cabal. Si no sabes de ninguno, debes buscarlo con diligencia. Si no lo hallas, entonces, invocando con contrición a Dios por ayuda, saca instrucción y guía de las enseńanzas de los Santos Padres y verifícalas por la Palabra de Dios expuesta en las Sagradas Escrituras.ť Aquí uno debe también tomar en consideración el hecho de que el buscador de buena voluntad y celo puede obtener igualmente algo útil como instrucción de la gente corriente. Ya que los Santos Padres nos aseguran asimismo que si con fe y recta intención uno inquiere incluso de un sarraceno, éste puede decir palabras valiosas para nosotros. Si, por otro lado, uno pide instrucción de un Profeta sin fe ni recta intención, entonces ni siquiera éste le dará satisfacción. Vemos un ejemplo de esto en el caso de Macario el Grande, de Egipto, a quien en una ocasión un simple aldeano dio una explicación que puso fin a la angustia que experimentaba.

Por lo que respecta a la ausencia de imágenes, esto es, no usar la imaginación y no aceptar ningún tipo de visión durante la contemplación, sea de luz, o de un ángel, o de Cristo, o de no importa qué santo, y apartarse de todo ensueńo, esto, por supuesto, viene ordenado así por Santos Padres experimentados, por esta razón: El poder de la imaginación puede fácilmente encarnar, o por así decirlo, dar vida a las representaciones de la mente, y de este modo los inexpertos pueden ser fácilmente atraídos por estas ficciones, tomarlas por visiones de la gracia y caer en el engańo de sí mismos, a pesar del hecho de que la Sagrada Escritura dice que el propio Satanás puede asumir la forma de un ángel de luz. Y que la mente pueda natural y fácilmente estar en un estado de ausencia de imágenes y mantenerse en él, incluso durante la rememoración de la Presencia de Dios, puede verse en el hecho de que el poder de la imaginación puede presentar perceptiblemente una cosa en un estado de ausencia de imágenes y mantener su dominio sobre una representación así. Así, por ejemplo, la representación de nuestras almas, del aire, cálido o frío. Cuando tienes frío, puedes tener una vívida idea del calor en tu mente, a pesar de que el calor no tiene forma, no es un objeto de la vista, y no se mide por la sensación física de quien se encuentra expuesto al frío. Del mismo modo, también la presencia del espiritual e incomprehensible Ser de Dios puede estar presente en la mente y ser reconocida en el corazón, en una absoluta ausencia de imágenes.

EL PEREGRINO: Durante mis viajes me he tropezado con gente piadosa que buscaba la salvación, que me han contado que temían el tener algo que ver con la vida interior, a la que denunciaban como mera ilusión. A varios de ellos les leí, con algún provecho, la enseńanza de San Gregorio el Sinaíta en la Filocalia. Este dice que Ťla acción del corazón no puede ser una ilusión (como puede serlo la de la mente), ya que si el enemigo desease trocar el calor del corazón por su propio fuego incontrolado, o trocar el regocijo del corazón por los torpes placeres de los sentidos, el tiempo, la experiencia y el propio sentimiento descubrirían sus astucias y sus ardides, incluso a los que no están muy instruidos.ť También he encontrado a otros que, bien desdichadamente, después de haber conocido la vía del silencio y de la oración del corazón, habían dado rienda suelta al desaliento al topar con algún obstáculo o flaqueza culpable, abandonando la actividad interior del corazón que habían conocido.

EL PROFESOR: Sí, y esto es muy natural. Yo mismo he experimentado esto a veces, en ocasiones en que he perdido la serenidad interior o cometido alguna falta. Y puesto que la oración interior del corazón es algo sagrado, y unión con Dios, żno es impropio y algo a lo que no hay que osar el traer una cosa sagrada a un corazón pecador, sin haberlo purificado primero por silenciosa penitencia contrita y una adecuada preparación para la comunión con Dios? Es mejor ser mudo ante Dios que ofrecerle las palabras irreflexivas de un corazón que está en la obscuridad y la confusión.

EL MONJE: Es una gran lástima que penséis así. Eso es desconfianza, que es el peor de los pecados y constituye la principal arma del mundo de las tinieblas contra nosotros. La enseńanza de nuestros experimentados Santos Padres sobre esto es muy diferente. Nicetas Stethatos dice que si has caído y te has hundido incluso hasta profundidades diabólicas del mal, aun así no debes desesperar, sino volverte rápidamente a Dios, que Él levantará con presteza tu corazón caído y te dará más fuerza de la que tenías antes. Así pues, después de cada caída y herida culpable del corazón, lo que hay que hacer es colocarlo inmediatamente en la Presencia de Dios para su cura y purificación, de igual modo que las cosas que han resultado infectas, las cuales, si son expuestas durante algún tiempo al poder de los rayos del sol, pierden la agudeza y la fuerza de su infección. Muchos autores espirituales hablan positivamente de este conflicto interior con los enemigos de la salvación, nuestras pasiones. Si recibes heridas mil veces, aun así no debes de ningún modo abandonar la actividad dadora de vida, es decir, la invocación de Jesucristo, quien está presente en nuestros corazones. Nuestras acciones no sólo no deben apartarnos de andar en la Presencia de Dios y de la oración interior, a la vez que producir desasosiego, desaliento y tristeza en nosotros, sino que más bien deben fomentar nuestra pronta vuelta a Dios. El nińo que al empezar a andar es conducido por su madre, se vuelve rápidamente a ella y se agarra a ella firmemente cuando tropieza.

EL EREMITA: Yo lo veo de este modo: Es espíritu de desconfianza, y los pensamientos agitados y dubitativos se despiertan con mayor facilidad con la distracción de la mente y el descuido en guardar el silencioso refugio de nuestro yo interior. Los antiguos Padres, en su sabiduría divina, obtuvieron el triunfo sobre el desaliento y recibieron luz interior y fuerza por la confianza en Dios, por el silencio sosegado y la soledad, y nos han dado útiles y sabios consejos: ŤSiéntate en silencio en tu celda, y ella te lo enseńará todo.ť

EL PROFESOR: Tengo tal confianza en vos, que escucho muy complacido vuestro análisis crítico de mis pensamientos acerca del silencio, el cual tenéis en tal aprecio, y de los beneficios de la vida solitaria, que los eremitas tanto aman llevar. Pues esto es lo que yo pienso: Ya que todos, por la ley natural ordenada por el Creador, estamos colocados en necesaria dependencia de los demás y, por lo tanto, todos venimos obligados a ayudarnos mutuamente en la vida, trabajar unos por otros y estar al servicio unos de otros, esta sociabilidad va encaminada al bienestar de la raza humana y muestra el amor por el prójimo. Pero el eremita silencioso, que se ha retirado de la sociedad humana, żde qué modo puede, en su inactividad, ser de utilidad a su prójimo, y qué contribución puede hacer al bienestar de la sociedad humana? Él destruye por completo en sí mismo esta ley del Creador que se refiere a la unión de amor por sus iguales, y a la influencia benéfica sobre la comunidad.

EL EREMITA: Puesto que vuestro punto de vista sobre el silencio es incorrecto, la conclusión que obtenéis de él no es válida. Considerémoslo en detalle. Primero: Quien vive en silenciosa soledad no sólo no vive en un estado de inactividad y ocio, sino que está activo en el más alto grado, incluso más que quien participa de la vida en sociedad. Él actúa infatigablemente de acuerdo con lo más elevado de su naturaleza racional: vigila; reflexiona; mantiene su atención sobre el estado y el progreso de su vida interior. Este es el verdadero objetivo del silencio. Y en la medida en que esto contribuye a su propio avance, beneficia a otros para quienes la sumersión sin distracciones dentro de sí mismos, para el desarrollo de su vida interior, es imposible. Pues el que vela en silencio, al comunicar sus experiencias interiores, sea de palabra (en casos excepcionales), sea poniéndolas por escrito, favorece el aprovechamiento espiritual y la salvación de sus hermanos. Y hace más, y ello de naturaleza más elevada, que el bienhechor privado, porque las caridades sentimentales de la gente del mundo están siempre limitadas por el pequeńo número de beneficios otorgados, mientras que quien concede beneficios por haber alcanzado interiormente los medios probados y convincentes de perfeccionar la vida espiritual, llega a ser un bienhechor de pueblos enteros. Su experiencia y su enseńanza pasan de generación en generación, como lo vemos nosotros mismos, y de lo que nos venimos valiendo desde los tiempos antiguos hasta hoy. Y esto no difiere en ningún modo del amor cristiano; incluso lo aventaja por sus resultados. Segundo: La influencia benéfica y utilísima sobre su prójimo de quien observa el silencio, no sólo se manifiesta por la comunicación de sus instructivas observaciones sobre la vida interior, sino que el propio ejemplo de su vida retirada beneficia al laico atento, llevándole al conocimiento de sí mismo y despertando en él el sentimiento de reverencia. El hombre que vive en el mundo, oyendo del piadoso solitario, o pasando por la puerta de su eremitorio, siente un impulso hacia la vida espiritual, le viene al recuerdo lo que el hombre puede ser sobre la tierra, que le es posible volver a ese primitivo estado contemplativo en el que salió de las manos de su Creador. El solitario silencioso enseńa por su mismo silencio, y por su misma vida beneficia, edifica y persuade de la búsqueda de Dios. Tercero: Este beneficio surge del auténtico silencio, que es iluminado y santificado por la luz de la Gracia. Pero si el silencioso no tuviese estos dones de la Gracia que hacen de él una luz para el mundo, y se hubiese aventurado en la vía del silencio con el propósito de ocultarse de la compańía de sus iguales, como resultado del tedio y la indiferencia, aun así sería de gran beneficio para la comunidad en que viviese, de igual manera que cuando el jardinero corta las ramas secas y estériles y quita las malas hierbas para que el crecimiento de las mejores y más útiles no sea estorbado. Y esto es mucho. Es de provecho general el que el silencioso, con su retiro, elimine las tentaciones que surgirían inevitablemente de su vida poco ejemplar entre la gente, y que serían perjudiciales para la moralidad de su prójimo.

Sobre la importancia del silencio, San Isaac el Sirio se pronuncia así: ŤCuando ponemos en un platillo todas las acciones de esta vida y en el otro el silencio, encontramos que éste desequilibra la balanza. No estiméis por igual a los que obran seńales y prodigios en el mundo que a los que guardan el silencio con conocimiento. Amad la inactividad del silencio más que la saciedad de los codiciosos de este mundo. Es mejor para vosotros soltaros de las ataduras del pecado que liberar a esclavos de su servidumbre.ť Incluso los sabios del mundo han reconocido el valor del silencio. La escuela filosófica de los neoplatónicos, que agrupó a muchos partidarios bajo la guía del filósofo Plotino, desarrolló hasta un alto grado la vida contemplativa, accesible muy particularmente por el silencio. Un autor espiritual dijo que si el Estado fuese perfeccionado al más alto grado en la educación y las costumbres, aun en tal caso sería necesario encontrar hombres para la contemplación, además de las actividades habituales de los ciudadanos, para preservar el espíritu de verdad y. habiéndolo recibido de todos los siglos pasados, conservarlo para las generaciones venideras y entregarlo a la posteridad. Tal suerte de hombres son, en la Iglesia, los eremitas, los solitarios y los anacoretas.

EL PEREGRINO: Pienso que nadie ha estimado tan justamente las excelencias del silencio como San Juan Clímaco. ŤEl silencio, dice, es la fuente de la oración, un retorno de la cautividad del pecado, un desapercibido triunfo en la virtud, una continua ascensión al cielo.ť Sí, y el propio Jesucristo, para mostrarnos el provecho y la necesidad de la reclusión en el silencio, dejaba a menudo Su predicación pública y se retiraba a lugares silenciosos para orar y encontrar quietud. Los silenciosos contemplativos son como pilares que sostienen la piedad de la Iglesia por su oración secreta y continua. Incluso en un pasado lejano, vemos a muchos laicos, incluso a reyes y sus cortesanos, visitar a eremitas y a hombres que guardaban el silencio para pedirles que recen por su fortificación y su salvación. De este modo, también, puede el solitario servir a su prójimo y obrar por el aprovechamiento y la felicidad de la sociedad, con su oración retirada.

EL PROFESOR: Aquí tenemos otra vez otra idea que yo no entiendo muy bien. Es costumbre general entre nosotros los cristianos el pedirnos oraciones mutuamente, el querer que otro rece por mí, y el tener especial confianza en un miembro de la Iglesia. żNo es esto sencillamente una exigencia del amor por sí mismo? żNo es acaso tan sólo que hemos cogido el hábito de decir lo que hemos oído a otros decir, como una especie de imagen mental, sin reflexión seria alguna? żRequiere Dios acaso la intercesión humana, Él, que prevé todo y actúa de acuerdo con Su bendita Providencia y no de acuerdo con nuestros deseos, conociendo y determinándolo antes de que nuestro ruego se haga, tal como dice el Santo Evangelio? żPuede acaso la oración de mucha gente ser realmente más fuerte para imponerse a Sus decisiones que la de una sola persona? En este caso Dios haría acepción de personas. żPuede realmente salvarme la oración de otra persona, cuando a todos se nos elogia o se nos avergüenza por nuestras propias acciones? Y, por lo tanto, pedir las oraciones de otra persona me parece meramente una piadosa expresión de cortesía espiritual, que muestra signos de humildad y un deseo de complacer por el preferirse unos a otros. Eso es todo.

EL MONJE: Si sólo se tuviesen en cuenta consideraciones exteriores, y con una filosofía elemental, podría ser visto así. Pero el juicio espiritual, bendecido por la luz de la religión y educado por las experiencias de la vida interior, va mucho más al fondo, contempla con más claridad y revela en forma misteriosa algo enteramente distinto de lo que vos habéis expuesto. Para que podamos entenderlo más rápidamente y con mayor claridad, tomemos un ejemplo y luego verifiquémoslo a la luz de la Palabra de Dios. Digamos que un alumno va a un maestro buscando instrucción. Sus débiles capacidades y, lo que es más, su pereza y su falta de concentración le impiden alcanzar ningún éxito en sus estudios, y es puesto en la categoría de los perezosos y de los fracasados. Triste por este motivo, y sin saber qué hacer ni cómo luchar contra sus deficiencias, encuentra a otro alumno, condiscípulo suyo, más capaz que él, más diligente y más afortunado, y le cuenta su problema. El otro se interesa por él, y le sugiere que trabajen juntos. ŤTrabajemos juntos, dice, y tendremos más entusiasmo, más alegría y mejor resultadoť. Y así, empiezan a estudiar juntos, compartiendo con el otro lo que uno ha entendido. La materia de su estudio es la misma. żY qué resulta al cabo de varios días? El indiferente se torna diligente; empieza a gustarle su labor; su negligencia se troca en ardor e inteligencia, lo que tiene también un efecto benéfico sobre su carácter y su conducta. Y el inteligente, a su vez, se vuelve más capaz y aplicado. Por esta influencia mutua, ellos obtienen un aprovechamiento común. Y esto es muy natural, ya que el hombre nace en sociedad; desarrolla su comprensión racional a través de los demás; y los hábitos, la educación, las emociones, la acción de la voluntad, todo, en una palabra, lo recibe del ejemplo de sus iguales. Y, por lo tanto, como la vida de los hombres consiste en las relaciones más estrechas y las más fuertes influencias de unos sobre otros, quien vive entre un tipo determinado de gente se acostumbra a su tipo de hábitos, conducta y costumbres. Por consiguiente, el tibio se torna entusiasta; el estúpido, sagaz; el perezoso despierta a la actividad por un vivo interés en sus semejantes. El espíritu puede darse al espíritu, y actuar beneficiosamente sobre otro, y atraerlo a la oración, a la vigilancia. Puede darle ánimos en el desaliento, apartarle del vicio y despertarle a la acción santa. Y es así, ayudándose mutuamente, como ellos pueden volverse más piadosos, más enérgicos espiritualmente, más respetuosos. He aquí el secreto de la oración por los demás, que explica la piadosa costumbre entre los cristianos de rezar unos por otros y de pedir las oraciones del hermano.

Y con esto puede verse que no es que Dios esté complacido, como lo están los grandes de este mundo, por los muchos ruegos e intercesiones, sino que el propio espíritu y poder de la oración purifica y despierta al alma por la que la oración es ofrecida, y la dispone para la unión con Dios. Si la oración mutua de los que viven en la tierra es tan benéfica, del mismo modo podemos deducir que la oración por los desaparecidos es también mutuamente benéfica, a causa del nexo muy estrecho que existe entre el mundo celestial y éste. Es así como las almas de la Iglesia Militante pueden llegar a unirse con las almas de la Iglesia Triunfante, o, lo que es lo mismo, los vivos con los muertos.

Todo lo que he dicho es una argumentación psicológica, pero si abrimos la Sagrada Escritura podemos verificar su verdad. Jesucristo dice al Apóstol San Pedro: He rogado por ti para que no desfallezca tu fe. Aquí veis que el poder de la oración de Cristo fortifica el espíritu de San Pedro y le da ánimos cuando su fe es probada. Cuando el Apóstol San Pedro estaba en prisión, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él. Aquí tenemos revelada la ayuda que la oración fraternal aporta en las circunstancias difíciles de la vida. Pero el precepto más claro acerca de la oración por los demás viene dado por el Apóstol Santiago, de este modo: Confesaos, pues, mutuamente vuestras faltas y orad unos por otros… Mucho puede la oración fervorosa del justo. He aquí la confirmación categórica de la argumentación psicológica de antes. żY qué decir del ejemplo del Apóstol San Pablo, que nos es dado como modelo de la oración por los demás? Un autor observa que este ejemplo del Apóstol San Pablo debería enseńarnos cuán necesaria es la oración por los demás, cuando un podvizhnik tan santo y tan fuerte reconoce su propia necesidad de esta ayuda espiritual. En la Epístola a los Hebreos, él expresa su ruego de este modo: Orad por nosotros. Confiamos en que tenemos buena conciencia y que queremos vivir bien en todo. Cuando consideramos esto, cuán poco razonable nos parece contar sólo con nuestras propias oraciones, cuando un hombre tan santo, tan lleno de gracia, pide en su humildad que las oraciones de los suyos (en este caso, los hebreos) se unan a las suyas. Por tanto, por humildad, simplicidad y unión de amor, no deberíamos rehusar o desdeńar la ayuda de las oraciones aun del más débil de los creyentes, cuando el espíritu clarividente del Apóstol San Pablo no vaciló en ello. Él pide las oraciones de todos por igual, sabiendo que el poder de Dios se hace perfecto en la debilidad. Por consiguiente, puede a veces ser hecho perfecto en aquellos que parecen no ser capaces de rezar sino muy débilmente. Con la fuerza de este ejemplo, reparamos además en que la oración mutua fortalece esa unidad de amor cristiano ordenada por Dios, da testimonio de humildad en el espíritu de quien hace la petición y, por así decirlo, atrae al espíritu del que ora. Así es como se estimula la intercesión mutua.

EL PROFESOR: Vuestro análisis y vuestras pruebas son admirables y exactas, pero sería interesante saber por vos el método y la forma concretos de la oración por los demás. Porque pienso que si la fecundidad y el poder de atracción de la oración dependen de un vivo interés en nuestro prójimo, y particularmente de la influencia constante del espíritu del que reza sobre el del que ha pedido la oración, un estado de alma así podría apartar a uno de la sensación ininterrumpida de la invisible Presencia de Dios, y de la efusión de la propia alma a Dios por sus necesidades. Y si uno recuerda a su prójimo sólo una o dos veces por día en simpatía con él, y pidiendo ayuda a Dios por él, żno será esto suficiente para la atracción y el fortalecimiento de su alma? En resumen, querría saber exactamente cómo hay que rezar por los demás.

EL MONJE: La oración que se ofrece a Dios, por el motivo que sea, no debe, ni puede, alejarnos de la sensación de la Presencia de Dios, ya que si es un ofrecimiento hecho a Dios ha de ser, naturalmente, en Su Presencia. En cuanto al método de rezar por los demás, hay que observar que el poder de este tipo de oración consiste en una auténtica simpatía cristiana con nuestro prójimo, y tiene una influencia sobre su alma en la medida de esta simpatía. Por lo tanto, cuando se dé el caso de que pensemos en él, o en el momento fijado para ello, es bueno traer su imagen mental a la Presencia de Dios y ofrecer una oración de la siguiente forma: ŤOh, Dios misericordioso, hágase tu voluntad que quiere que todo hombre sea salvo y acceda al conocimiento de la verdad, salva y socorre a Tu siervo X. Toma este deseo mío como un grito de amor, que Tú has mandado.ť Normalmente, vos repetiréis estas palabras cuando vuestra alma se sienta movida a ello, o bien podéis rezar el rosario con esta oración. He comprobado por experiencia cuán beneficiosamente actúa esta oración sobre aquel por quien se ofrece.

EL PROFESOR: Vuestras opiniones y vuestros razonamientos, así como la edificante conversación y los pensamientos iluminadores que se desprenden de ellos son de tal naturaleza que me siento obligado a guardarlos en mi memoria, y -a ofreceros toda la reverencia y la gratitud de mi corazón agradecido.

EL PEREGRINO Y EL PROFESOR: Ha llegado la hora de que partamos. Os pedimos de todo corazón vuestras oraciones por nuestro viaje y por nuestro compańerismo.

EL STARETS: El Dios de la paz, que sacó de entre los muertos, por la sangre de la alianza eterna, al gran Pastor de las ovejas, nuestro Seńor Jesús, os haga perfectos en todo bien, para hacer su voluntad, cumpliendo en vosotros lo que es grato en su presencia, por Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén. (Heb., XIII, 20-21.)

Libro El peregrino ruso o Relatos de un peregrino ruso
Anónimo



















Giovanni Maria Vian

"El problema del mal se cierne sobre esta efervescencia de pensamiento. ¿Son los espíritus malignos los que engañan a los seres humanos? ¿Es Dios quien los ha creado? A estas preguntas responden afirmativamente tanto el Libro de Enoc como la reinterpretación bíblica de los Jubileos. Otros escritos, como la Epístola de Enoc y, en el Nuevo Testamento, la Epístola de Santiago, subrayan la libertad y la responsabilidad del hombre, mientras que en los textos de Qumrán se perfila la guerra sin cuartel entre la luz y las tinieblas que marca el final de los tiempos. Y es Juan, en el siglo I, quien identifica al diablo con «la serpiente antigua», el seductor de toda la tierra, en el capítulo duodécimo del Apocalipsis, el último libro bíblico."

Giovanni Maria Vian
El último papa, página 15



"¿Es Bergoglio el último papa o lo fue Benedicto XVI? La pregunta, que pudiera parecer peregrina, se la hicieron a Joseph Ratzinger en 2016. Todo tiene su origen en la profecía de san Malaquías: atribuida a un monje irlandés medieval, el obispo de Armagh, en realidad fue escrita, casi con toda seguridad, en 1590 para favorecer a un cardenal durante un cónclave (en el que no fue elegido). El texto —una serie de lemas en latín que aluden a más de un centenar de pontífices— es, por tanto, una falsificación, que empezó a difundirse cuando se imprimió por primera vez en Venecia, en 1595, y que desde entonces se reproduce de manera periódica."

Giovanni Maria Vian
El último papa, página 4



"Esta creencia en una criatura angélica buena en su origen, pero que luego se rebela contra Dios, se encuentra ya en textos apócrifos judaicos y apenas se insinúa en la Biblia, para luego reafirmarse en el ámbito cristiano a finales de la antigüedad y en la Edad Media. Contra las doctrinas dualistas, que ven en el diablo el principio autónomo del mal, se pronuncian el Sínodo de Braga, en el 561, y, sobre todo, el IV Concilio de Letrán, celebrado en 1215: «El diablo, de hecho, y los demás demonios fueron creados por Dios naturalmente buenos, pero por sí solos se convirtieron en malos». Los teólogos dominicos y franciscanos, desde Tomás de Aquino hasta Duns Escoto, discutirán más adelante sobre la creación y la caída de estos seres espirituales, con especulaciones que llegan, a principios de la Edad Moderna, hasta el jesuita Francisco Suárez."

Giovanni Maria Vian
El último papa, página 13



"Estas entidades de rasgos indefinidos se multiplican. Son demonios y espíritus malignos —con nombres y perfiles diferentes, como príncipe de Mastema, Belial, ángel de las tinieblas— que pueblan las reescrituras y los desarrollos apócrifos de la Biblia. Cientos de textos se conservan, en parte, en las lenguas originales (hebreo y arameo) y, en parte, traducidos al etíope o al eslavo antiguo, así como al griego y al latín. A menudo, son relatos sobre el origen del mundo y sobre su destino, que —tras la destrucción del segundo templo en el año 70— pasan a formar parte de las dos corrientes en las que se divide el judaísmo antiguo: el judaísmo rabínico y el cristianismo. Basta hojear los Apócrifos del Antiguo Testamento, editados por Alejandro Díez Macho y Antonio Piñero Sáenz, las Leyendas de los judíos, recopiladas por Louis Ginzberg hace un siglo, o únicamente los libros del Nuevo Testamento para darse cuenta de la presencia inquietante del diablo."

Giovanni Maria Vian
El último papa, página 14

















Lucetta Scaraffia

"El escándalo de los abusos, la dificultad de que se acepte la propia moral matrimonial y, en general, las dificultades de la cultura católica para plantearse seriamente la cuestión de la sexualidad constituyen en la actualidad los problemas más graves y urgentes que debe afrontar la Iglesia católica,"


Lucetta Scaraffia
Tomada del libro El último papa de Giovanni Maria Vian, página 20

Francisco Cardemil

Celosía 

Se media la luz
para menguar los efectos del sol
su radiación sobre los cuartos
permitir ventilación cruzada
que una ventana se mantenga abierta

Hablas decorando con los puños
los marcos de la pared

desmantelas las instalaciones
que he puesto para reconocerte
dentro del umbral

crudeza de compararme
con los mensajes de tu teléfono
perdigones incrustados en la pintura

velar como ese tejido traslúcido
que nos exigieron
lo que antecede a las cortinas

desdeñar su nombre y tu dedicación
un cuerpo arrojado
por la ventana

ya no entiendo qué es la luz
en qué oscuridad nos guardamos
si no podemos reconocer
nuestros errores

no logro saber quién soy
a través de ti

Francisco Cardemil



Figuras, puertas y pasillos

Un pasillo varía en extensión
estrategias de orden nos plagan
ancho y altura
son sentimientos humanos
toda ciudad es una casa

un hombre aparece
golpea las junturas de los vanos
ahora vivimos juntos
él espera que caiga nuestra puerta
su venganza es lo material

así se decidieron nuestras habitaciones
cambios en el sentido del pavimento
su textura una lengua grabada
direcciones en placas de metal
el color de una puerta
maceteros para gobernar un balcón

pero esta ventana quebrada
pone sobre la mesa a los vecinos

qué de nosotros podrían robar
en la carne de los objetos
¿hay algo realmente propio que perder?

preguntas desde cuándo existe el corredor
desde cuándo existe el afuera
si de verdad hemos salido
después de compartirnos

todo nos fue dado
por necesidad humana

estamos vendados en un callejón
alguien más aguarda otro descuido
¿sabrías decir si también es humana
nuestra necesidad?

Francisco Cardemil




Hay algo de violencia en cómo las piezas de una construcción se montan, se unen, se condenan a permanecer juntas hasta que llega un desastre. Gestos que permean en cómo entendemos lo doméstico y el exterior. Mostrar la costumbre es encerrarla, quedarse en un encierro, como si esa rutina se incendiara ante cualquier fuente de luz. Salir de la casa es salir con cambios. Nos despedimos en la temperie con más afecto. Las cortinas cerradas. Al mapear estas conductas, obtendríamos algo parecido a las antiguas plantas de movimiento de los salones de baile. La costumbre de bailar en un escondite de piedra.

Francisco Cardemil




Hay quienes piensan en la arquitectura como un material forense. Cuerpos en constante peligro, llenos de pistas, de señales. Huellas acumuladas chocan con la técnica de diseño. Al embalsamar un cuerpo se deja un vacío que se lee entre los muros. Si alguien quisiera diseccionar una vida, tendría que atravesar el concreto, los fierros, los muebles de madera. La imagen resultante: abrir una casa de muñecas, todo intacto, en su lugar, esperando una renuncia. Pero, aun así, la información de ese pequeño inventario debe ser ordenada. El inventario es el único animal que sobrevive a la casa. El registro mezclado de todas las capas es la mejor forma de dejarlo satisfecho, de mantenerlo atento al tiempo y al final de las cosas. El lenguaje es el ensamble de sus vendas. Una guía de rutas para conocerse y quererse en la oscuridad.

Francisco Cardemil





La construcción de un edificio se divide en partidas. Las partidas, a su vez, en excavación, obra gruesa, instalaciones y terminaciones. No sabemos cuánto de ese crecimiento es visible entre cuatro paredes ni qué significa para la forma en que vemos la casa. Tampoco sabemos de qué se trata una casa. Solo conocemos la posesión del espacio. Un adentro y un afuera. La forma en que los músculos y las distancias se aflojan o se tensan al cruzar una habitación. No somos los mismos entre lo que cubre el techo y los pasos que contamos al caminar por las veredas. Cuánto material, cuánto espacio inútil nos separa, es lo que nos hace muchos y lo que nos anula. Estar juntos siempre es desertar.

Francisco Cardemil




Paredes blancas 

El vapor de la comida
recorre el papel tapiz
con un brillo cansado

las gotas contornean
el látex blanco
sin encontrar pausas
en el camino

nosotros
no sabemos habitarlo

vacío
sin retratos
sin diplomas
no tenemos épicas
historias domésticas que hablen
de las roturas familiares
en un día de aniversario

el muro desnudo
no tiene temas de conversación
que entretengan a las visitas
no hay raíces
para afirmarnos

Francisco Cardemil













Victoria Ramírez

aún es posible ver montañas
nubes sobre cumbres punzantes
es posible ver veleros amarillos
adolescentes a la rastra en trajes de baño
por un motor que deja migajas sobre las olas
niños que juegan pulcros sobre la arena
que construyen canales para que pase el mar
hombres que venden y hombres que compran
masas dulces y fritas a mil pesos
aún es posible pasear perros por dinero
ver volantines que caen en picada
hasta ensartarse en una rama de aromo
el mundo se puede acabar y aun así
podemos sentir que el cielo es una lengua
abierta como una excavación
o un agujero de luz egoísta
que nos lastima la cara

Victoria Ramírez





aún es posible ver parques nacionales
zonas de protección y reservas
ranitas de Darwin que se inflan
bajo la luz desigual de una linterna
es posible tararear una canción
por el miedo de caminar a oscuras
ver gatos nacidos de madre güiña
que escalan rápido la cordillera
carneros que niegan una estirpe
que bajan enfermos hacia el río
el mundo se puede acabar y aun así
podemos sentir el aire de alga marina
la mezcla de sal roja que inunda
archipiélagos o ciénagas o ensenadas
mientras crecen allí nuevos vertebrados
mamíferos fuertes como ornitorrincos
que gestan huevos y cruzan millas
con hijos encaramados en la espalda

Victoria Ramírez





aún es posible ver                         aún es posible ver
sándalos de Juan Fernández        silenes tormentosas
palmas de Rapa Nui                      flores de chocolate
árboles de Franklin                        pinos Wollemi
olivos de Santa Elena                    cycas espinosas
árboles de escamas                      palos rosa de Madagascar
acacias de Australia                      araucarias volcánicas
sigilarias                                        normanias


Victoria Ramírez




Bajo la mirada aristotélica las plantas fueron casi objetos, estantes o cuadros salpicados de alma vegetativa. Pero al adentrarse en las semillas de rosas, tulipanes y hortensias fue posible ver los efectos en la fibra humana y la manera en que la carne blanda de la planta se volvió diente y quijada. Entonces fue difícil olvidar la firmeza de un ciprés y la eficacia con que robles, olmos, cedros y nogales resistieron cien frutos colgando. Como si el alma fuera eso: un aroma prensado y endurecido por el tiempo.

Victoria Ramírez





De todas las razones para rebelarse las plantas escogen la lengua. Al echar raíces desmantelan sus dialectos. Ese hábito subterráneo causa extrañeza en los humanos. Sus nombres en latín pierden sentido. El verdadero lenguaje es la omisión. Una planta no miente si guarda silencio.

Victoria Ramírez




hay criterios                                hay causas

áreas de distribución                  demanda de leña

tamaño de las poblaciones        expansiones agrícolas

reducciones en el tiempo           plantaciones comerciales

grados de fragmentación           pino y eucaliptus

incendios clase A

monocultivos

Victoria Ramírez





no es                 no es                      no encajar

posible              posible                    una pieza

pintar                capturar el               limpia

la quietud          apareamiento         de engranaje

en el liquen       de una orquídea     el amor

ambos órganos          no puede

mezclados

Victoria Ramírez














Rocío Acebal Doval

EN EL ANDÉN

En el andén, tú
agitas los brazos mientras todo se aleja.
En el asiento, yo
echo a volar mis besos con las manos.

Las ventanas del tren están tintadas
pero tú te acaricias la mejilla.

Rocío Acebal Doval






LA MAMPARA

En la estación de trenes de mi ciudad
una mampara gris de metro y medio en el andén
separa a los viajeros

de sus acompañantes.

Me gusta imaginar que el encargado
de esta compartimentación
lo hizo con intenciones más humanas
que el control de billetes, el aprovechamiento
máximo de recursos
o simplemente por ahorrar espacio:

aquí las despedidas no pueden susurrarse
con la cara escondida en el abrazo,
la arquitectura obliga
a levantar la voz y la mirada
para decir «te voy a echar de menos».

Bendito-condenado responsable
de esa mampara gris de metro y medio,
gracias a ti miré a los ojos del amor
una última vez.

Rocío Acebal Doval




NO ERES TÚ

No es la costumbre —ese taimado hito
de la muerte—. Tampoco
ir a las bodas sola o escapar
de un dormitorio ajeno los domingos;
menos aún hacer
la cena para dos y cenar uno.
No es ni siquiera
la espera solitaria en el dentista,
el ancho de la cama o este miedo
a no volver a amar —y ya es bastante—.

Porque no es el adiós,
ni la vida sin ti, ni tu recuerdo;
sino saber perdida
a esa mujer que fui cuando te amaba.

Rocío Acebal Doval



NO QUIERO TENER HIJAS

No quiero descubrirme regañando
deja que esa señora te dé un beso
cruza las piernas al sentarte en público
haz el favor de no volver muy tarde.

No quiero reflejar mi herida en otro cuerpo:
reconocer mis gestos en sus gestos,
mis excusas baratas en sus labios,
mis manos en sus manos cuando palpa
su cuerpo con tristeza.

No quiero ser la voz inquisidora
cuando nada parezca suficiente,
el mundo se derrumbe y esas metas
—que un día parecieron
la solución definitiva— sean
insuficientes, tontas o imposibles.

No quiero comprender que su dolor
nació de mi dolor, que mis cadenas
son a la vez su látigo,
que nada puedo hacer más que deci
deja que esa señora te dé un beso
cruza las piernas al sentarte en público
haz el favor de no volver muy tarde.

Rocío Acebal Doval




RAÍCES

Reconstruyo las piezas de mi historia:

mi madre nació en casa —«en la del pueblo»
decimos porque ahora hay otras casas—;
hoy ya no nacen niños en los pueblos
con lo que yo nací en una ciudad
—capital de provincia: un par de cientos
de miles de habitantes.

Mis padres estudiaron en la universidad,
así que yo me fui a hacer lo propio
a La Ciudad —La Gran Ciudad—
como correspondía a la segunda
generación y a un tiempo
de insólito centrismo.

Mis hijos nacerán en La Ciudad
y verán mi ciudad de un par de cientos
de miles de habitantes
casi como una casa de muñecas
—el mundo de unos días de verano—:
lo que fue para mí
el pueblo de la abuela.

Reconstruyo mi historia porque quiero
contársela algún día, explicarles:
«cariño, esto es un pueblo»,
«de esta manera nacen las manzanas
y no en el mundo plástico de los supermercados»,
«esto son las raíces:
no las dejes morir jamás, el árbol
se pudre si se pudren sus raíces».

Rocío Acebal Doval