Melina Alexia Varnavoglou

Autos

La primera noche que no pude
dormir con un hombre
escuché a los autos.
Recostando mi cabeza
sobre la almohada compartida me entregué
a esa corriente silenciosa
que empezaba a formarse
cuatro pisos más abajo
¿los escuchás?
¿Eh?!
Si los escuchás…
¿Qué cosa?
Hay algo imposible en ese sonido
algo más que la inercia sobre un plano

no puedo decir que se muevan -yo no los estoy viendo-
pero rugen y rasgan
cada punto
si hasta los siento deslizarse por mi piel
como una lengua áspera

Entonces olvido que son autos
chapa sobre ruedas
que alimentamos con hidrocarburo
y los escucho:
son como la hierba
que se expande hasta volverse finita y desaparecer
ese ruido hacen cuando se alejan,
es una especie de dolor
algo así como una mirada retirándose
no tan definitivamente.

Esa turba diminuta al filo del asfalto
como la brasa que queda prendida
y en mitad del silencio
suena y suena
es lo único que puede salvarme

Yo no quiero que los vuelvan más sigilosos
¿cómo soportaría, por ejemplo, esta noche
junto a un cuerpo que no puedo ama
si no fuera por el sonido
de sus motores?

Melina Alexia Varnavoglou



compañía

A Irene Gruss

Fumo en la ventana
empujando el humo contra las rejas
el viento con el mismo tedio lo devuelve

Esta escena se ha repetido
las últimas noches de verano
cada vez más solitaria

Yo, el humo, el viento, la reja
Sin mí, sólo el viento y la reja
Luego nada

Claro que sería lindo
otro par de dedos transpirados
por los que el cigarrillo se resbale,
una risa amiga a lo lejos

Pero es de noche
Estoy sola
No viene nadie.

Melina Alexia Varnavoglou



crianza

como una madre
alimenta a sus pichones
corto con los dientes
la pastilla de alplax
en cuartitos
y los escupo
en cada casillero de la semana

abren sus boquitas
clic clic
lunes martes
clic clic clic
miércoles jueves viernes

las del finde
las pongo
en otro pastillero
más de salir
y las de la semana
refunfuñan celosas
paciente les explico:
mamá también tiene cosas que hacer.

Melina Alexia Varnavoglou




Rodillazo al perineo

Se retuerce boca abajo en la cama
como yo solía hacerlo de chica
una mano haciendo palanca con la otra
hasta apretar un punto desconocido.
Luego de que me arroparan
fingiendo varias horas estar dormida
escuchaba los pasos, la puerta cerrarse
y debajo de la cama, escondida
la boca silenciada contra la alfombra
los resortes de la cama sobre el cráneo
para que no me descubrieran
en medio de la porquería.
El parte del ginecólogo infantil decía
que además de prohibírmelo, debían
mandarme a hacer algún deporte
pero qué sabe usted, doctor
de las cosas que una niña
puede hacer con la energía.

Melina Alexia Varnavoglou




Turner

A veces vivir
es tan simple
y sin embargo
aún existen las catástrofes
todas las cosas puede destruirse de repente
y es falso eso de que vuelven
a recomenzar
como yo acá
en el piso
buscando la posición
en la que duela menos
todavía guardando
la onda expansiva
en el pecho

aprendí de Turner
que es feroz la fragilidad
que algunos barcos se construyen
sólo para verlos quebrarse
sobre la superficie
pero si uno no es
para ser firme
para ser solo
frente a la tormenta
entonces
¿para qué?

Melina Alexia Varnavoglou












José Antonio González Casanova

Carta a un astrólogo

Cuando hube contrastado mi manera de ser y mi vida pasada con los signos astrológicos que me correspondían en todos los horóscopos (griego, chino, árabe o azteca) y vi que coincidían y que me confirmaban, empecé a respetarte. Es verdad que aún no creo del todo en tus augurios, pero aciertas en lo fundamental de la estructura cíclica de las vidas humanas, más que como científico, como artesano descifrador de textos oscuros que tú entiendes y que, en el fondo, son claros como una noche estrellada en luna llena.

Tardé en saber que los astros no causan mi actitud o mis actos, sino que los reflejan como un espejo. Paracelso dijo que es el ciclo exterior el que muestra el camino del interior, pero eso no es así porque el hombre es un microcosmos hecho a imagen del Universo (o de Dios, según otro lenguaje) y, desde los pueblos más antiguos hasta el psicoanálisis de Jung, la astrología y los tests de proyección, utilizados en pedagogía y psicoterapia, responden a esa correspondencia armónica entre los seres y las cosas que hacen a unos y a otros signos recíprocos.

Plotino y los estoicos ya vieron en los astros testigos y actores nuestros, nunca autores o causantes, y Ptolomeo dijo que el sabio gobierna su estrella y el ignorante es gobernado por ella. Por eso, si conociéramos la conjunción de todos los elementos telúricos, animales ancestrales, familiares, que nos forman, podríamos dominarlos y conducirlos para alcanzar esa voluntad autónoma que nos hace libres. El Destino no sería una fatalidad, sino un proyecto.

No creo, pues, ni en el puro azar ni en la necesidad, pero sí en que existe un azar necesario, redondo y seguro, que me guiña el ojo como una estrella para que yo lea en el cielo lo que proyecto desde mi inconsciente; igual que el microfilme proyecta en una gran pantalla para una mejor lectura.

No sé quién dijo que la humanidad prisionera tiene como celda el cielo, en el que escribe sus graffiti. Y Bachelard añadió esto que el Zodíaco es el test de Rorschard de la humanidad infantil. En definitiva, como los antiguos marinos, nos guiamos por la carta astral, pero ese mapa es tan caprichoso y exacto como nosotros mismos, sus autores. No me extraña que seas el moderno guía de nuestros periplos azarosos, pues nos ayudas, como los psicoanalistas, a “ver” lo que, desde nuestros inconsciente, “queremos ver” y que no sabemos –racionalmente hablando- qué es.

Y, sin embargo, me dirás, los astros y sus estructuras relacionantes “están ahí”. ¿Por qué están situados físicamente a imagen de las nuestras? Eso es para mí un misterio que algún día se explicará en virtud de la estructura viva que forma todo lo creado. Lo importante es no verte como un augur que ha de acertar fatalmente, sino como una luz que ayuda a ver en nuestro espejo. Tú no nos dices lo que nos pasará seguro, sino que avisas de la lógica interna que conduce de lo que somos a lo que haremos, ya que la vida de uno –como la Historia de todos- es también una estructura coherente, pese a que no la vemos a primera vista.

Si el psicoanálisis nos ilumina el hondón del alma, tú apuntas el foco contra el texto hermético que forman las estrellas. Vuelves también a la infancia humana, primitiva, como el otro. El Destino no existe, tan sólo el misterio del hombre que quiere ser libre. Lo ha dicho Borges: “El camino es fatal como la flecha, pero en las grietas está Dios, que acecha”.

José Antonio González Casanova









Galo Ghigliotto

Cómo erigir una casa embrujada

elija construir su casa en un largo periodo de tiempo

contrate un amplio staff de albañiles y peones

disponga todos los materiales de una vez a libre disposición

elimine las rejas que protegen la vivienda

deje abiertas las puertas por las noches

elija arena en vez de concreto para los cimientos

los materiales higroscópicos suelen ser los indicados

exponga la madera a altas temperaturas

no haga planos, improvise

mucho menos acuda a las autoridades a regularizar la vivienda

evite designar la obra y su lugar con un nombre específico

levante las habitaciones por separado

sin preocuparse de que cuadren las medidas de una y otra

una vez levantado el primer piso instale camas en los dormitorios

no se preocupe de decorar o instalar papeles murales

deje que los perros entren a devorar ratas y otros

lo que sea necesario para alejar a los gatos

instale un refrigerador inútil y desvencijado en la cocina

haga fiestas con abundante licor y poca comida

confunda a las visitas indicándoles erróneamente la ubicación de los baños

aliente la fornicación entre invitadas e invitados a sus fiestas

se sugiere el uso de máscaras para ocultar la identidad

permita que su esposa fornique con los obreros que ella elija

escúchela gemir escondido detrás de una puerta

invite a sus amigos a masturbarse mirando por las ventanas

levante el segundo piso de una sola vez sobre la edificación baja

para el techo elija materiales permeables

corte las plantas que hayan crecido en el patio de preferencia flores

reemplácelas por maceteros desperdigados por el piso de la casa

elija un ataúd para colocar en la puerta de entrada

lleve a vivir ahí a todos sus seres queridos

e inaugure una noche su casa

llena de fantasmas
 
 Galo Ghigliotto
 
 
 
Feral

¿cuál es la más hermosa bestia

que ha parido el ancho mundo?

Sin acudir al ingenio de la imaginación

de pegasos ni unicornios

calca esa majestad

en la leyenda de un bagual

azabache

brillante y firme y negro como la piedra

que galopaba entre los cerros que unían

Viña del Mar y Valparaíso

 

eran sus patas musculosas

como talladas por un artista florentino

decían en un diario de 1887

y a esto se agregan otros testimonios

de vecinos olvidados

que recuerdan

el ojo negro y grande             un orbe oscuro

asomado entre las crines largas que caían sobre su frente

dándole un aspecto colérico

hacia el mundo de los hombres

 

los curas

italianos lo llamaban

Fera

porque alzado en dos patas

solía amenazar

cuando alguien osaba acercarse con una cuerda

tratando de convertir en posesión

lo que no tenía dueño

y sus patadas

remecían las montañas

en saltos recortados

ante el rosa atardecer

 

era tal su fuerza

cuando partía de lado

a correr sobre llantenes y dientes de león

parecía agigantarse en el curso

de abandonar la vista humana

hasta fundirse en las cimas

dejando la estela de su sombra

que no alcanzaba a disiparse

y fungía como un velo nocturno

sobre el que

como estrellas

quedaban los pétalos blancos

de las correhuelas

arrancadas por los cascos

 

he visto su pecho de cerca y es como la noche

dijo un poeta

tras visitar una tarde esos peladeros

y tantas cosas semejantes dijeron

los desafortunados que tuvieron a mal

tratar de enlazarlo

en una jornada absurda que duró cinco días

de excursión

porque el aliento no les daba

ni menos la comprensión del fenómeno

de una bestia que en sus cuatro patas

parecía sostener el mundo invertido sobre sí

 

ni cien leonas

ni mil hienas hubiesen sido capaces de abatirle

en cierto modo era

una luz escamoteando la oscuridad

con las crines

rasgando la noche con las patas

abriendo un sol que fulgía

incandescente

pero sobre todo salvaje

como el corazón del infinito
 
 Galo Ghigliotto
 
 
 
 
Los árboles

en la cada vez más escasa complejidad de las sombras

van las copas trenzadas sin suelo y sin cielo

 

el viento levanta sus recuerdos abandonados

suben un tanto y caen

para susurrar su mensaje a las semillas

 

la danza de la multiplicación sigue una música

que nunca ha acabado ni acabará

 

hablamos de un mundo sin sol, pero luminoso

hablamos de todos los recuerdos del mundo

escritos en líneas concéntricas

 

y aunque ajenos somos

a su lengua, a su escala temporal

 

flotamos bajo ellos

y soñamos un largo sueño

dividido en millones de vidas cortas
 
 Galo Ghigliotto
 
 
 
Nada haces con los trazos de mi locura

heridas abiertas descubres

y miras hacia el sol

mis talentos no dilapidas ni escondes

tomas mis palabras truncas

para construir una torre

desde la que valle te miro

extensa

vasta en procesión de plantas e insectos

montañas avanzan y suben

escarcha ligera en mantas

casi transparentes

vacías de distorsiones sinuosas

abruptas pruritos inaguantables

haces de la luz un sonido efervescente

mente calma y calmo

todo menos la sed que lame

la imagen tuya de ti que tienes instalada en el

centro exploratorio diestro en

cerrar abismos como deporte casi como

nostalgia de lo impuro y puro

sudor que cruza de un lado a otro de la cordillera

se avergüenza de su tono lustre

y lacustres lagos y lagunas escurren como chasquis

imperiales en su fílmica exactitud de tomar

trozos de locura como argumento

de la infinita sed sedienta de la sed que

nunca cede y entonces

llena el vacío devorando distancias

establecidas en el ridículo decreto ilusorio

de la realidad

Galo Ghigliotto
 
 
 

Tipa

Solía ser el amor un mar

solía ser una mancha incandescente de agua

que todo lo cubría

y se presentaba a veces en la forma

de una ola gigante

espumosa          hosca y resuelta

que venía

para

 

solía ser una ola formidable y ondulada

cabrilleante

hasta que

de súbito

quedó congelada

no de frío

mucho menos de hielo

sino de tiempo

 

y loca y cuerda en su congelamiento

esa ola

se volvió árbol

una tipa transfigurada sobre

sí con toda su estructura catedralicia

para hacer del mar una raíz

y de la espuma

una canopia

ávida de expandirse sobre lo amado

 

soy yo esa tipa

esa ola detenida y sosegada

que ya no es ola

ni caos

ni amenaza

 

soy ese árbol de ramas

que hilvanan un techo

bajo el cielo

y te observa

y te ve andar por el mundo

y persigue tu desplazamiento

de un hemisferio a otro

tu vacilación sobre el camino

te ve dar un paso a la izquierda

y luego continuar hacia la derecha

te ve disfrutando el paisaje de ese bosque

sorprendida

 

ola

devenida fronda

oquedad y vacío

como un alma evaporada

del cuerpo del amor

 

y por mucho

o muy poco que te alejes

sus ramas se expanden en lo alto

y te cobijan

mientras instala troncos en el camino

en caso de que algún día

quieras detener tu andanza

y echarte a descansar

bajo su noche

con la espalda apoyada en su corteza
 
Galo Ghigliotto
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Blanca Berjano

Contradicción

cómo les digo a mis hijas
que la mujer
era un trofeo de guerra
que tía Rosario era un trofeo de guerra
que el secreto se lo llevó a su tumba
(en la ermita de la Inmaculada
yace su rostro ajado)

vivió toda su vida
en el fondo de la laguna de Proserpina
para no olvidarse de su rapto
su rostro adusto
su vida austera
su mirada de odio
se la llevó a la tumba
a la cripta        junto a los ancestros

tres días
cómo les digo
que tres días
la raptaron los rojos

cómo les digo que fui roja        pese a todo

Blanca Berjano




El rapto de Proserpina

¿cómo se finge estar loca?
¿es tan sencillo como gritar desde las entrañas
arañarse el pecho como las troyanas?
¿desde el vientre henchido gritar        sacar la lengua obscenamente?
¿sacudir la cabeza de cabello enmarañado
poner los ojos en blanco        pintarse con la sangre de las llagas las mejillas?

la chata merenguela
la tía Rosario
se pinta los colores
con sangre
se hizo la loca
cuando la devolvieron
estaba herida
con la mirada hueca
para que la dejaran marchar
con la mirada errante
caminó durante días
rodeada por voces masculinas

cuando la devolvieron
las mujeres se resignaron
supieron desde ese día
que Rosario seguiría encerrada en aquel zulo
hasta el día de su muerte

Blanca Berjano



Mis muertas

which way do we face to talk to the dead?

Sharon Olds

busco a mis muertas
por el lodazal de la Charca

nadie me avisó: encontraría a mi familia en una ciénaga
haciéndose añicos bruscamente
como aquel espejo estilo Luis XVI
que desencadenó nuestro reflejo

busco a mis muertas
aunque sé que sus héroes fueron los verdugos
de la plaza de españa
bañándose grotescos
en la sangre que brota de la tierra

el barro me llega hasta la garganta
es tarde para gritar

para echarse atrás

llevo en el pelo la peineta de nácar de mi abuela
rota        como un amuleto
de sanguijuelas aferradas a los tobillos

hundo los brazos en las aguas
de este pantano espeso

a tientas busco a mis muertas

Blanca Berjano




Rumores

La herida
es
un animal
vivo
en la boca

María Auxiliadora Álvarez

cuando la devolvieron
las mujeres se persignaron

puede ser que tía Rosario
estuviera irreconocible
o puede ser que en su hermetismo
lograran penetrar por un instante
en el cilicio que rodeaba su cintura

ella estaba por fin con sus hermanas
podrían curar sus heridas        aliviar su dolor
ver más allá de sus ojos

era preocupante
no había ni miedo en aquella mirada
rodeada por voces
en un zulo        permanecer
hacerse la loca
enarbolarse
como buenamente pudiera
sobrevivir
en un zulo
rodeada por voces masculinas
de lenguaje indescifrable
en un zulo

se hizo la loca        para que la dejaran marchar

Blanca Berjano



Tía Rosario

siempre nos recibe con una escopeta
el dedo en el gatillo
(no dudaría en dispararnos)

Rosario guarda en su pecho
un secreto verde de bordes espinados
como la hoja de una encina
es de plata y se arrastra
como la guardia civil

en su pecho oscuro
una luna lorquiana
atravesada por el anzuelo
se revuelve
como un gran tumor
la vergüenza la mácula
como líquenes se expanden
hasta abarcarlo todo
hasta colmar las ramas de su vientre

Blanca Berjano




















María Montero

 Aceleración de los cuerpos
 
Durante el camino, ella piensa que no llegará a tiempo. La distancia y la soledad de su prisa son más que un anticipo. Al llegar, no escucha sino el murmullo de la sangre y el deseo, por eso no tarda en adentrarse por el ancho corredor.
Luego está sentada, desnuda de la cintura para abajo. Todo está limpio, tibio y en penumbra. Es el 13 de feb
ero de 1970 y es una perfecta mañana de invierno. Mi madre tiene dolor, tal es la naturaleza de un parto, y por eso su destino es el coraje, un coraje donde el dolor es la única salida.
Después de la última contracción comienzan las revelaciones: el dolor se convierte en destino de la cintura para abajo; el coraje, en una penumbra de invierno; mi madre se congela en el amplio corredor y yo me convierto en el deseo que nunca llega a tiempo.

María Montero




Itinerario
 
Iba hacia España
y llegué a Cuba.
Iba hacia Jorge
y llegué a Juan.
Iba hacia las letras
y llegué al embarazo.
Iba a dormir
pero aquí estoy.
Reconozco que entre mis virtudes
nunca se destacó la puntería.
 
María Montero


Soy
 
Soy la gran Virginia Grütter, ¿la recuerdas?
la que escupe tabaco en las esquinas
y está ronca de pegar gritos
y camina como una estela pintarrajeada y tambaleante
Soy Marguerite Duras con su joven amante
y su vida refinada y alcohólica
Soy Simone de Beauvoir con todo y su Jean-Paul Sartre
y su intelecto y su feminismo y su academia
Soy la imbécil “femme” que desde este pueblo polvoriento
habla del erotismo francés
frente a un auditorio de subnormales
Soy la puta más puta que arrastran de los pelos
asquerosa y desnuda
Soy la pobre infeliz
que no tiene un centímetro de cerebro
hipocondríaca
que camina como idiota esperando que el padre de sus hijos
o el cura
le dé una limosna.
Soy yo
la del cuerpo grabado en la piedra
la que consume sus ojos en la arena
la que ya no puede hablar de amor tan fácilmente.

María Montero
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Jeymer Gamboa

La paternidad me devolvió a los poemas cortos

Una mañana de sol
te vi recorrer el perímetro
de la cancha de básquet
con una bolsa de supermercado.
Estabas intentando
atrapar el viento, encerrarlo,
para que dejara de alborotarnos el pelo.

Cuando estabas recién nacido
tu madre decía que tu llanto
sonaba como una impresora.

Ayer te metiste por primera vez en un río.
Después ya no querías salir más.
Te tomé de la mano
mientras el viento nos alborotaba el pelo.
Ya no recuerdo cómo era tu llanto de recién nacido.
En mi cabeza siempre suena una impresora.
De repente, en el río, dijiste: si hay agua, no hay dolor.
Te referías a caídas físicas.
Te referías a caídas físicas.

Jeymer Gamboa




Nadar las mismas profundidades que vos

El corazón es un cartel de neón:
las palpitaciones de su luz defectuosa,
en la ruta, bajo la lluvia delgada de un recuerdo,
anuncia que todas las cosas que amamos
ahora pelean en contra

y un cartel de neón también es un atardecer
frente al parabrisas del carro
donde escuchamos una canción
que habla de lo difícil que es nadar
las mismas profundidades que vos.

Así avanzaos por las aguas
de la avenida segunda
sin ir a ninguna parte.

Con las vueltas que le dimos
a las diez cuadras que componen la capital
ya habríamos viajado
a un sitio donde no se juzgue a la gente
por sus derrotas.

Hacer un alto es hacerse una pregunta:
¿Cuántos kilómetros faltan
para llegar a entendernos?

La luz mala del atardecer en los careles,
manchas de neón sobre los charcos
donde flota el corazón,
el recuerdo de las cosas que quisimos
vistas a través del parabrisas,
sus golpes acumulados en el rostro
de nuestras peleas perdidas.

La canción que antes nos gustaba
ahora habla de otra cosa.

Jeymer Gamboa





No el símbolo sino el escenario al que nos lleva este pavimento: la insistencia del pueblo natal

Hay que estar rápido de reflejos
el domingo en la noche
al bajar del cerro lleno de neblina.
Luces altas que golpean de frente
en una curva.
Animales que se arriesgan a cruzar
la carretera y ser aplastados.
Desde el asiento trasero llega
la voz firme de mi hijo:
quiero que tu cuerpo sea igual
que el de mi mamá.

Jeymer Gamboa






Rayos X

Los juguetes que compro para mi hijo
en realidad los compro para mí.
Ahora meto en la lavadora
una prenda para bebé de tres meses.
Ahora saco el pantaloncito de un niño de tres años.
Me duelen las cervicales
y me mandan a hacer unas placas.
Cargo ilusiones y una conversación
que no he tenido con mi padre.
Mi hijo pregunta: cuando vos eras un bebé,
¿yo era el que te cuidaba?

Jeymer Gamboa




Ventana de la cocina

Tintinean los frascos de especias
cuando pasa el tren hacia el oeste.

Los pájaros bajan al patio
y mi hijo regresa con su traducción.

Es época de cases que se revientan
contra el piso como cabezas confusas.

La ropa en el tendedero no logra secarse
y se ve exhausta.

En el rincón de lirios amarillos
la luz quedó atrapada en una telaraña.

Pasa el tren y no entiendo
si este temblor en el cuerpo
viene de afuera o de adentro.

Jeymer Gamboa


















Juanjo Muñoz Knudsen

Kintsugi o la guerra de los fines de semana

Tanteándole la cerradura
a la poesía
me doy por vencido
y te texteo
“Nada hago con un culo al que no le tengo cariño”

No es un gran pretexto
pero la goma del MD,
ese balazo que echa reversa
y destruye los neurotransmisores más preciados,
ha vuelto a ganar la guerra de los fines de semana.

Una vez te escribí un poema que se llamaba la historia de los fines de semana,
en esa época no mandaba MD
ni amanecía en balcones
que solo el calor químico volvería tolerables
renunciando al afecto sincero.

Recuerdo que me acerqué y te dije
“hice esto con amor”
y bebías de mí
el poema.

Ya hace tanto de ello

Recuerdo que
no hacía falta que te escribiera mucho
podía solo ponerte
en un mensaje
“deme pelota
despacio pero constante”

y me respondías soy tuya

Soy tuya,
tus palabras de niña
que enmendaban
todo lo que había estado mal en mi vida
hasta entonces.

Kintsugi, te susurraba al oído.
“Así te llamabas”
te digo eso, en el podcast a destiempo
que te mando
como audio de Whatsapp

Te imagino
riéndote
mientras te cuento
que le llevé a mis estudiantes
poemas de la que me gusta
y no los entendieron.

Ella ya no sos vos, Kintsugi.
Y nunca fue como que escribiste mucho,
se te hacían más cómodas otras cosas pero me gustaba que hablaras como si algún día
escribirías una novela o
pintarías un cuadro.

En el audio, al minuto 7, también te cuento
Que me hubiera gustado
que fuéramos al mismo cole,
tal vez eso habría hecho la diferencia

Pero no al mío en Desampa,
Sino uno donde los quintos hubieran hecho una camiseta bonita
Donde nos pudiéramos escapar de clases
Y no ver una patrulla a la salida
(preguntando por Chisco o por Brandon)
Sino un hombre de casi 33 años manejando
y que viéndonos imaginara
que esos dos adolescentes de la mano
eran él y alguien de su pasado.

Creo que al minuto 10 me quedo en silencio
un rato largo,
como si esperara que respondieras algo de lo que te acabo de decir.

Suena un gran silencio.
Y espero
en ese gran silencio ya luego de enviarte el audio.

Cierro pestañas abiertas en el cel, ya no me duele esperar,
cierro uber eats,
telegram, cierro spotify y el navegador
abierto en el wikipedia de Kintsugi,
la técnica japonesa de arreglar cosas rotas
con oro.

Se me olvida
qué teníamos en común mientras me dejás en visto
mientras abro y cierro apps epilépticamente
mientras una chica me responde
la story que subí hace 23 minutos
Le digo:
no hice pancakes
para comérmelos solo
¿dónde anda?

Juanjo Muñoz Knudsen




Me hiciste una cueva con tu cabello, caderita talentosa

De verde a café claro
y de café claro
a verde
cambian tus ojos de color.

Escribo esto en mi mente
mientras disfruto que durmás
y pienso que mi primer tatuaje
será la forma
de tu oreja
presionada sobre mi brazo

Un tipo de mutilación afectiva
un caracol
oráculo
que pertenece a tu cuerpo
y se posa sobre el mío
con la suavidad de los fósiles, de la luna,
del fresco de melón.

Escucho el silencio, tu respiración que se le une,
me abraza la paz mientras te abrazo
y me duermo y entro
a un sueño en el que dormimos
abrazados.

Todas tus esquinas,
todas mis piedritas, colinas
y gritos se abrazan
como si fuera cualquier cosa,
no un juego de luz,
no la concentración para la primera rueda
no las últimas ráfagas de una tormenta
que azotó pueblos y mares,
naciones enteras.

Juanjo Muñoz Knudsen




Sin título

Con la premisa de estar más tranqui
y liberarme de las ataduras
de la rueda de reencarnación,
que tritura y renueva lo mejor
y lo peor de la humanidad,
hace 5 años dejé de escribir poesía

Poesía así como en
afectaciones del cora
dudas existenciales
infatuaciones fugaces

Tantos años
de ver como trascendente lo que tenía que decir
se transformaron en años
de ver como trascendente
no decir nada.

Hoy, después de muchas horas
sentado en silencio
rodeado de incienso
figurillas de madera
y arcilla
retomo un gesto absurdo
ridículo e irrisorio:

Escribo callado
algo escaso y pequeño.

Juanjo Muñoz Knudsen




Sin título 2

No soy más infeliz que antes
es mi mantra frente al espejo
los lunes
y a veces los martes
y en definitiva los
viernes
Veo el calendario lunar del baño
y se aproxima una luna llena
o nueva, no sé.
Me lo regalaron para que me sirviera de guía
pero me resulta incompleta
No sé a qué me guía
o qué debería interpretar
de su orientación.
La veo, colgar en la pared,
en silencio,
ni burlona
ni amable.
La luna,
mi cara,
el calendario.

Juanjo Muñoz Knudsen













Lucía Emmanuel

1

Mi primera memoria: el punto más bajo de la casa. El hueco a ras de suelo del armario de los juguetes, donde poso una muñeca desnuda que no dice mamá, que no dice papá.

Lucía Emmanuel



2

Él, que sueña con el movimiento, con echar a andar fotogramas, se
conforma con poner los ojos en una mano, la mano en un lapicero, el
lapicero sobre un papel.

Él, que sueña con el movimiento, pasa las tardes frente a un muro. Su
primer muro. Vigila cada ladrillo negro, cada ladrillo blanco.

Lucía Emmanuel



3

Aita y ama roncan al otro lado del pasillo.
Yo cuento estrellas, fluorescencias,
mi cama el globo que vuela en la oscuridad.

Aita y ama roncan más allá de mi puerta.
Travesía de manos pequeñas,
pies fríos y lunares en los brazos.

Aita y ama roncan en su habitación.
Yo cuento estrellas, fluorescencias.

Aita y ama roncan y cierro los ojos.
A veces tengo miedo de morir.

Lucía Emmanuel



4

Mi madre me enseña a colocar los brazos en arco, el cuello estirado, la barbilla alta. Estirar las piernas, juntar los pies, abrir los empeines cuarenta y cinco grados. Meter el coxis, apretar las nalgas y mirar de frente. Me enseña la postura precisa y fuerte de la flor.

Lucía Emmanuel



5

Cuencos de aire son macetas vacías. Barro seco y desnudo, exilio de las flores. Mis manos que de niña bailan, mis dedos que olvidan la música, mis uñas manchadas de tierra. Acerco la cara, aspiro hondo la oscuridad. Acaricio el hueco donde vive mi raíz.

Lucía Emmanuel













Maka R. M.

"Desde la Antigüedad, el beleño está asociado a la magia y la brujería. Es conocida también como flor de la muerte, adormidera de zorra o hierba loca. En la actualidad se utiliza, bajo estricta supervisión médica por su alta toxicidad porque puede provocar la muerte, como narcótico, para la bronquitis asmática, el delirium tremens y la epilepsia, entre otros. Se estudia su posible efecto beneficioso en enfermedades como el Parkinson. Respecto a sus aplicaciones mágicas, las hojas se usaban para preparar tés o decocciones y las bayas, en forma de cápsulas con numerosas semillas en su interior, se utilizaban en rituales en los que se aspiraba el vapor que producen al quemarse. Los antiguos egipcios y los griegos hacían uso de ella para permitir al hombre profetizar, para mitigar el dolor e inducir a un estado de completa inconciencia. Por supuesto, esta era elemento imprescindible en los ungüentos que las brujas y brujos de la Edad Media preparaban, como, por ejemplo, para el famoso vuelo con escoba. Ha sido utilizada para hechizos de protección y para la adivinación, y quemada sobre carboncillos ahuyentará la negatividad en el hogar (hacerlo con ventanas abiertas, su humo es muy tóxico), o contra el mal de ojo mezclada con otras sustancias."
 
Maka R. M.
Tomada del libro El colegio invisible de Lorenzo Fernández Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó, página 73

José A. Fernández Otal

"En el País Vasco, cogían sesos y huesos de un muerto y ponían todo a cocer en un caldero junto a una hierba llamada belargusia, que tenía la propiedad de ablandar los huesos. Gracias a ello podrían elaborar un ungüento mortífero. También fabricaban unos polvos venenosos formados por sapos, culebras, lagartos, salamandras, lagartijas, babosas, caracoles y pedos de lobo.

La utilización de restos humanos para la fabricación de hechizos era bastante corriente en todo Aragón. Recurrían a objetos consagrados por los clérigos y a algunas plantas narcóticas como la mandrágora o el beleño, conocido comúnmente como hierba falaguera (de falagarse, alegrarse)."
 
José A. Fernández Otal
Tomada del libro El colegio invisible de Lorenzo Fernández Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó, página 72