Diego Otero

CONTEXTO (2017)

En el noticiero de la noche vemos que el presidente

es entrevistado por un tipo con cabeza de pájaro.

 

Debe ser una de las noches más frías del año.

Hemos prendido la estufa y estamos tapados

hasta el cuello.

 

Mi esposa pregunta

si la cabeza del entrevistador representa

a un cóndor o a un gallinazo.

 

No sé, respondo, y

subo el volumen para que el contexto

(las cosas que dicen)

nos ayude a sacar alguna conclusión.

Pero todo

lo que brota

del parlante

es muy feo, por eso el entrevistador parece

pronto hiperventilado

y acerca su cabeza a la cabeza del presidente

y le clava el pico en un ojo.

 

La sangre

salta

hasta cubrir

la pantalla, como

una cortina pesada y

roja.

Y no nos queda más

que apagar. Y volver sobre esa tarde de marzo

en que la luz era de un brillo

dorado

limpio. Y en la que mi hijo de cinco años

corría entre los muebles, y se carcajeaba,

y tiraba al aire una pepa de palta

que giraba como un pequeño planeta

o de repente solo como un país.

 

Un país

arrasado.

 

Un país o una pepa de palta

que debería seguir girando

en el aire del departamento, cada vez

más lentamente, hasta el punto de convertirse

en la única excepción del mundo

a la ley de gravedad.

Diego Otero





EL DESPEGUE

Si no fuera porque somos nosotros los que estamos adentro,

dijo el Capitán,

se podría pensar que todo esto es, bueno, un poco

ridículo.

 

Aunque la palabra clave es desafío: la palabra

que nunca oiremos pronunciar en

la cabina–

La tripulación

suele estar más interesada en otras, como por ejemplo inspiración

o fe.

 

Lo importante –así

de arbitraria es la poesía– es que éste

es el avión más grande concebido por

la mente humana. No tiene

asientos, ni cinturones de seguridad,

ni nada de eso. Es como un gran salón vacío

 

y está aquí: en Lima,

en esta parte más bien picante de

Sudamérica.

 

¿Que por qué está aquí?,

en verdad

no tengo idea. Supongo que desaparecer

es una forma de turismo

peculiar–

 

y las preguntas difíciles son servidas

siempre

luego del postre.

 

Los gigantes remaches de acero sobre la redondez

un poco exagerada

de las alas,

las turbinas,

el fuselaje.

 

Cualquiera diría que el hecho de que las ruedas giren

y aún no despeguemos

no tiene en realidad la menor importancia.

 

(También podríamos preguntarnos

qué puede ser equivalente a pellizcarse un brazo

cuando estamos encerrados en una pesadilla

en la que no hay tacto).

 

El Capitán suda, respira con fuerza,

se frota las manos

como una mosca

mientras contempla la peligrosa belleza

del tablero de mando.

 

El Capitán

sabe, desde luego, que podría quedarse sin trabajo

si los pasajeros se pusieran repentinamente sentimentales

y empezaran a notar

cómo de pronto les brotan unas horribles plumas

de la cara y

de las manos

 

o cómo el cuerpo

se les encorva en un breve

temblor

y define su postura de ave rapaz

o de carroña–

 

y no estamos hablando de moral

sino de apetito.

 

Pero ninguna de esas cosas sucede,

desde luego.

 

Allá están todos. El gordo Alfonso con sus gruesos anteojos

de carey

y su camisa celeste,

y esa casaca siempre demasiado delgada

para la estación.

 

O el vecino de la casa amarilla

que parecía existir solo para regar su metro y medio de jardín.

(Ahora camina unos pasos con las manos atrás,

y puedo ver su pelo canoso, desordenado, y sus ojos

fríos pero turbios

como una pecera de peces muertos).

O mi papá levantando la mano y protegiéndose del sol.

 

(Alcanzo a escuchar

que le dice algo a mi hermano acerca del volumen del aparato,

acerca del amplio recorrido

antes del despegue. O eso

me parece).

 

¿Y yo?, yo quiero hacerme el duro,

pero a mí también me hiere la luz. Y me hace sentir un poco avergonzado.

 

Y cuando pienso que el movimiento debe ser

por fin hacia arriba

 

la gravedad

se apodera de todo

y la inmensa masa metálica vira pesadamente

hacia la izquierda–

 

se abren solas unas puertas

que jamás había visto

 

y estamos

en la calle.

 

Desde los autos

y las veredas

surgen ojos que observan la escena como si observaran una hoja caída

volviendo ingenuamente

a la rama desnuda–

 

las alas parecen rozar

los letreros y los postes de luz.

 

Entonces pienso que debería escribir algo

sobre la pequeña voluntad

y el gran deseo–

 

pero no lo hago.

 

Le miro las piernas a una aeromoza y ella sonríe,

y en un susurro impostado

me dice:

 

Al final de la pista no hay literatura.

Diego Otero






POEMA NEGRO

En los últimos años he descubierto que me gustan las novelas policiales.

Me gusta su belleza fácil.

 

También me identifico con el detective, vanidosamente.

Y tengo miedo,

mucho,

pero ruego que el miedo no entorpezca mi estilo: no me prive

del comentario irónico cuando me pongan el cañón

del arma

en la frente.

 

En términos generales diría

que intento parecer un tipo elegante que se hunde

en un abismo soleado y caluroso.

 

(Solo consigo lo segundo: el

hundimiento).

 

 Y

mientras caigo voy combatiendo con el mal.

 

El mal es una ciudad parecida a Los Ángeles o

a Lima o a tantas otras. El mal se manifiesta

en los pensamientos o en el movimiento

de labios y el intercambio de cosas. El mal tiene

tentáculos invisibles (representantes, sucursales)

que agarran del cuello

a todas las personas (que quieren ser) honorables, y

pronto

nos vemos doblegados, de rodillas, igual que el

pobre investigador privado Philip Marlowe, que no tiene

donde caerse muerto y

precisamente por eso

se levanta con escaso equilibrio y se alista

para escupir en la cara de los cerdos que lo vienen

aplastando.

 

¿Pero de verdad escupes, Marlowe?

¿O crees que has escupido porque susurraste un par de

palabras y moviste los brazos airadamente?

 

Como sea, estás ahí: en el escenario de los bares, las avenidas

y las luces furiosas de los autos. Y la perspectiva

 

que todo va adquiriendo es oscura

y promete diversión.

Diego Otero


















Gustavo Escanlar

Una foto de mi padre a los veinticinco

se ríe, tiene pinta
no se imagina nada
no sabe que le esperan
una mujer histérica
un hijo maricón

un trabajo sin éxitos
una amante frígida y asmática
la madre que lo abandonó pidiéndole cariño
no se imagina todo eso porque tiene solamente veinticinco
–mi edad ahora–
y tiene la fuerza del recién llegado
la fuerza del galleguito dispuesto a todo
la fuerza del enamorado
no se imagina nada
porque está peinado a la gomina
y tiene puesta su mejor corbata
y pide que le retoquen la foto
y “de noche cuando me acuesto le rezo a la virgen de la macarena” retumba en su cabeza
y ríe
no se imagina nada
y veinte años después
perderá esa sonrisa
(llora ahora mientras la busca en la foto)
perderá el pelo y la figura
no se imagina a sí mismo
veinte años después mirando el programa de berugo
esperando la jubilación
esperando la paz
esperando la muerte
no se imagina nada en la foto blanco y negro con la firma
de silva
porque piensa que el mundo es suyo
piensa que le va a ir bien
que la vida es hermosa
no se imagina nada en la mirada de ojos negros tan brillantes
porque piensa que mañana va a ir a trabajar
y va a juntar dinero y a comprarse una casa
no se imagina nada
y tiene veinticinco
y asturias ya está lejos
y también las ovejas y las montañas y las lentejas y la guerra civil y el cansancio y los churumbeles y franco
y mañana va al baile de casa de galicia
y conoce a mi madre
(él no se lo imagina)

Gustavo Escanlar




















Pedro A. Cruz Sánchez

Cinco

De la cola del Mercadona nunca va salir un poema ganador del
Premio Loewe     Falta equipamiento lírico y sobran metros de
distancia entre los cuerpos     Son las 8,45 de un día cualquiera del
estado de alarma     Me siento estómago     como siempre que me
encuentro mal     Acabo de tomar una taza de café de macchinetta de
8 euros     que hace del sol en mi cara un reflujo a precio de ganga
No se puede caer más barato.

La ley no me deja pensar con la polla     Nada sucede en mí que no
esté publicado en el BOE     Si el gobierno no especifica que me puedo
empalmar     mi cuerpo es disciplinado y se abstiene     Como buen
ciudadano     se limita a esperar en el punto muerto del deseo     que es
una bolsa de rafia     La presiono contra mi costado izquierdo para que no
caiga al suelo     Y me doy cuenta de que jamás he sentido tan cerca la
piel de mi hijo     Lo tomé mil veces viniendo del colegio     pero mi
miedo nunca se adhirió tan fuerte a su cuerpo     El pánico de verdad
solo se expresa en lo inútil     Es el lujo que nos permitimos los que
hemos perdido las ganas de follar.

Y sí     tiene razón el tipo de atrás     una mujer que acaba de llegar
quiere colarse     Y a mí me parece el único espécimen humano sensato
de la escena     Alguien que desafía la ley del más madrugador     el
absurdo de estar en la línea del Mercadona para ganar cinco segundos en
el acceso y tener el único honor que nos queda en estos días     satisfacer
la ansiedad.

El pop murió el mismo día en que cerraron las iglesias     A ambos los
mató el gel hidroalcohólico     La mujer que se había colado le dice
ahora a la de al lado que no quiere colarse     tan solo evita el sol en
la cara     Acabo de perder una heroína y una razón sobre la que
reconstruir mi libido     la irreverencia     “Señora     no se acojone
ahora     que está en juego mi vida sexual”     Pero me asombra la
manera en que el civismo ha acabado con todas las expectativas de
vida     Hasta el más sensato vuelve a la cola del Mercadona para frustrar
las caricias     Si me fuera ahora y no entrara     le mandaría un mensaje
de esperanza al mundo     Pero soy civilizado como el que más     y hoy
tampoco escucharé música     “Buenos días     le digo a un vigilante de
seguridad     la vida no era esto     Quiero hablar con el encargado”.

Pedro A. Cruz Sánchez




Siete

Miro al perro a los ojos y le asesto una patada     Lloro yo y no quiero
pensar cómo llora él     “¿Por qué imaginas eso?” –me dije para mí
mismo     “¿Qué me lleva a pasar por la puerta de una farmacia
despreciarla porque allí trabaja alguien que conoce a un famoso
torero     toparme con un perro que espera en la puerta     quererlo
todo lo que se puede querer a un desconocido     e imaginar que le
agredes?”     Si nadie nos mirase me agacharía para abrazarle con
vehemencia mientras le pido perdón por haberle reventado el cuerpo
en una realidad que no existe     que jamás existirá.

Abro mi neceser para olerlo por dentro     una mezcla densa de perfumes
de imitación     espuma de afeitar     spa y muchos viajes     La culpa es
soberana y no admite remedios caseros para ablandarla     Me doy cuenta
de que nunca le he hablado a nadie de este fantasma     Es lo más íntimo
que tengo     una esencia bastarda que no habita en ninguna persona y que
no se cura     Lo que no existe no puede estar enfermo     y lo que jamás
fue un mal no podrá retornar al camino del bien     Otros eligieron no
saber lo que no eran     Yo     en cambio     ya he matado a un perro a
patadas.

Me duele la cabeza     siento un desagradable hormigueo en el cuero
cabelludo     hace un calor que se mete en las sienes y empuja el
pensamiento hasta ese lugar en el que ya no es de nadie     La realidad
aquí es como cuando froto dos dedos dormidos     un dolor sordo que
rasga la abertura de los ojos hasta hacerla chirriar     El suplicio es del
color blanco de la hipodermis     una quemadura de asfalto con la que
el gemido del perro atraviesa capas de mí y me hace apretar los dientes
hasta desgastarlos.

¿Por qué lo hago?     Saboteo mis pulsaciones hasta el delirio para
encontrar un dolor desconocido     puro     no contaminado por nada de
lo que soy     Me quiero indefenso y desconcertado     inevitablemente
otro     Ese perro solo me provoca ternura     la especie de compasión que
me impedirá ser feliz una sola vez     Es un genérico     “perro”     sin
nombre     sin raza     sin color de pelo     Solo está su mirada     tan
comprensible que parece vulgar     divulgada     el lenguaje en el que
habla toda la moral del mundo y los débiles claman respeto     Basta con
que un segundo mires a los ojos de un desconocido para que todo el
drama de lo vivo sea tuyo.

Camino unos pasos y la fruta del pakistaní me atrapa en un verano sin
playa de los 80     Mientras tanto     en la cocina de mi casa     un
tubérculo asfixiado derrama un líquido negro sobre el suelo     Los
detalles se rebelan     como en una película de Jeunet y Caro     El perro
sigue vivo y yo me he destruido matándolo     De inmediato comprendo
que la culpa por los crímenes no cometidos huele al ambientador del
hall de un edificio oficial     Es un vicio morir en la vida de los otros.

Pedro A. Cruz Sánchez



Ocho

Cansado     como cuando se sale de un cementerio     con los nervios
cervicales aplastados por el mármol de los epitafios     Los muertos se
hacen duros en el cuello para que la tierra no los deshaga     Presiono
mis párpados con el dedo índice para sentir el bulto de la mirada     La
tapicería del coche es un tacto civilizado     Después de la muerte solo
apetece lo artificial     que la realidad huela a fábrica y a filtro limpio
de aire acondicionado.

Los cables de alta tensión están vacíos     No hay pájaros sobre ellos
Mi mascarilla rebaña una propiedad privada de oxígeno     Ni patas
anidodáctilas sobre cables de 10 000 V ni aire común     La realidad no
mezcla     Tengo ese hambre febril que solo quitan las galletas saladas
Mi oído izquierdo está cubierto por una fina capa de silencio     La
cabeza me duele una dioptría     Mientras dura el cementerio mis
pensamientos son arpillera     Y el tacto solo se calma cuando entro en la
ciudad     y los cuerpos se hacen groseros y contaminantes     egoístas.

La vida pasa rápido     porque si no no sería la vida     sería la muerte
Han transcurrido veinte años desde que escuché por última vez esa
canción de Los Fresones Rebeldes     y ahora descubro que no dice
“duele”     sino “suave”     Siempre la canté mal     Y no me extraña     El
dolor llega hondo     y lo liso y blando se queda en la yema de los dedos
como un calambre de talco que acaricia las células muertas     Lo que
me dio el dolor los cementerios me lo han quitado     Doler es un vicio de
cuerdos     enterrar es de locos     Tengo nostalgia de los tiempos del
dolor     cuando no había muertos entre nosotros y yo simplemente era un
yonqui del sufrimiento     Ahora la tierra manda     y ni siquiera un
empalagoso gel de vainilla con el que me ducho logra disimular su
humedad caníbal.

Tengo miedo     pero no el miedo barbitúrico que sobreactúan los
políticos     sino el mío propio     el de los gusanos que agujerean mi
cuerpo de madrugada     En ese miedo estás tú –cuando me dejas     está
mi hijo –cuando el chulo de turno lo intimida     están mis padres
-cuando ya no están     y estoy yo cuando todos los días fracaso     Mi
miedo no da la razón a la gente     me hace libre     no me deja llegar a fin
de mes     Mi miedo no contribuye al PIB     se desata bajo la ducha
cuando el agua pierde presión y deja de ser agua para convertirse en
pensamiento     Mi miedo no tiene sentido     se pisa como las hormigas
no gana votos.

Te lo resumo     el grito de un gato cuando le pisas la pata sin querer
Querrías haber existido mucho menos     una micra de culpa que
puedas calmar sin apretar los dientes y romper los empastes     La
cuestión es ser tan insignificante que no tengas derecho a alma     Y así
no hacer daño a nadie     Porque la herida no la causa el cuerpo     sino la
primera clase de religión     Eso que te hace humano es un catecismo con
el que pisas a todos los indefensos cada vez que te mueves    Creía que
solo sucedía en el pasillo     pero no     el alma está en todas partes
aguda y repentina     de volumen alto     un chillido que no es de
apareamiento.

Duerme en un lugar elevado     gato     a dos metros del parqué     porque
las almas andan sobre el suelo y pesan toda una civilización     La muerte
huele a sillón de polipiel     Hasta el agua que tira el frigorífico huele a
sillón de polipiel     Estoy en el pasillo     a oscuras     Hace un mes que
salí del cementerio y todavía no he logrado llegar a la ciudad.

Pedro A. Cruz Sánchez
















Yaissa Jiménez

El saoco, la masa, la wasacaca, el ají

Por allá, en la loma de concreto
dando e’tilla con el tiempo,
enrolando el sentido que viene con el desorden y ma’cando instantes
con la necedad de muelas y tabaco.

Por aquí, en tu esquina favorita
en tu atmósfera predilecta
a tu mejor hora.

Oliendo a masa frita
a molienda, a vinagre, a orégano en mano
a yelva, a romo y Príncipe encuero,
desmenuzado.
A polvo mañanero,
a agua sabatina en la planta de los pies.

Saliendo a la calle:
San Miguel arriba, abajo, a la derecha y a la izquierda
delante y detrás, en la órbita del sí o sí.
Aquí mi’mo
a una palabra de tu Santo, de tus collares.

¡Tu bendición entera!

¿Qué pa dónde?
Pa donde viva mi hermane, directo a donde se mama.
En el punto en que la compasión es carne y se necesita para vivir.

A la vera del golpe que rebota
y el mora’o se vuelve una razón
para sanar.

Yaissa Jiménez




entendiéndome 

preciosa, cabrona, bárbara y ruidosa
loca, cárnica, rabia, cobre, golfí y veneno.
Rota y ruda,
chiva calva con pretensiones de reinado.
Volcancito que promete.

Perrísima, tanto que ni se nota, rica, power, sudor lúcido, humedad completa.
Alérgica al mal dormir.
Fanática de las buenas almohadas.

Terrenal, bien enraizá,
cogida del centro de la tierra,
una liana extendida desde de la médula de mi columna hasta el inframundo,
bien debajo
medidísima en el lodo.

Levemente certera, preguntona rapaz,
de gesticulación incómoda
difícil de disimular.
Prieta, negra, to’ morena, negra entera,
resucitada y devuelta.
Mismo cuerpo, distinta percepción.

Gata antigua, ya algo vieja
Un simulacro de lozanía,
con arrugas tapizando mis glóbulos,
sobre las paredes del hígado,
alrededor del corazón,
cubriendo toda la caja torácica.

Un canto entre silencios maleables
partitura insoportable, impaciente y hambrienta

terca porque no cree en el tiempo
sabiendo bien que sí existe,
explicándome todas las veces posibles
que él no es quien
para comerse mi vida.

Yaissa Jiménez




Mi nombre  

Un adiós muy sensato
me llamó por mi nombre,
mi nombre como debe ser dicho
como lo pensó mi madre.

“Así suena tu nombre
cuando se respetan todas sus letras,
así suena tu nombre;
es magia, punta de sol.
Una sopa sonidos
que se preña de sazones.
Que quien quiera decir
tu nombre al oído,
resulte siempre quien entienda
el sabor de su propio nombre”

Y así me fui
cargando mi nombre en la lengua
me tocaba entender su sabor
completo
antes, mucho antes
de volver a permitir
que alguien más susurrara en mi odio
mi nombre
con menos
que ilusión.

Yaissa Jiménez




Qué se siente

Si me dicen ven, voy
(podría bien hacer resistencia de la salada,

de esa que se amarra a la boca)
Ya me veo pronto, muy pronto…
saco y aprieto otra masa de luz, caliente e indolora
cerca de una cuota incalculable de bien

rozando la acera a las doce,
quemo todo lo que soy
volviendo en resurrecciones infinitas, cubierta de cenizas,
y graznando sin partitura.

Si me dicen ven, voy

vuelvo obsidiana;
y siempre tengo que explicar mi belleza,

muchas veces
demasiadas.

el alma que insiste en salir de mis ojos
no soporta el no dejar lo que le toca
y eso siempre, tras cada cascada de fuego, tras cada cuna de escombros.

truena todo en mi con cada quiebre
pero cuando digo todo, es todo.
Y solo sé que el alma existe

porque ella también truena,

ella es quien más teme derrumbarse.

Yaissa Jiménez















Ernest Urtasun

"La cultura es una herramienta de combate contra la extrema derecha."

Ernest Urtasun 







































Juan Carlos Astudillo Sarmiento

 1

para ser Uno primero restarse y empezar en Cero…

para amar lo necesario, el vacío de cuanto suma sobrando.

(mucho peso en la espalda impide llevarse lo que cada lugar ofrece)

para viajar tranquilo,  perder el miedo al regreso…

para cantar en giros se deben respetar los silencios que nos componen.
 
Juan Carlos Astudillo Sarmiento
 
 
 
 
libertaria

me llevo un fósforo en remiendo
y un trozo de papel:

¡siempre llueve en la montaña!

me llevo el secreto en una pluma, oscura,
de un peso extraño y cobarde.

¡todas mis aves vuelan al revés!

me llevo la voz maniatada, el desapego,
adiós y escudo bajo el brazo.
 
 Juan Carlos Astudillo Sarmiento
 
 
 
 Sadhna

una voz me alcanza y cobija la habitación…

reconozco un color afónico
como quien
se acerca al lugar nombrado; sin decirlo
o esperarlo.

para abismar un candil hay que soplar
un vacío azul, sus versiones y corriente.

por eso insisto y respeto la palabra pronunciada antes que salga el sol…
 
 Juan Carlos Astudillo Sarmiento
 
 
 
 
 
 un libro de ensayos de sarduy, una minúscula antología de goytisolo, un manual extenso del temporal de acuario, un pincel lanzado de sancho preso en la venta, un doble disco, extraño, monumental, de merredith monk, una querencia derretida de michaux, una prenda suelta y depresiva junto al reflejo del polvo, su funda y sorbete y, sobre ellos, derramados, un par de lentes bajo el furor helado de la lámpara de hierro y cristal. un teléfono dormido, un mail abortivo, una estela de otros libros, revistas, zapatillas, comentarios, pensamientos, diluciones y un espacio que crece así de grande para cuanto encuentro poblando el espacio vacío que dejó tu luz de vela de cumpleaños, de luciérnaga errante, de bengala en niebla y bosque quieto, encajonado.

el aluminio debería ser tu color, digo, todo reflejo te convence.

¿viste cómo ahora no sabes nada de lo que soy, ni entiendes nada de lo que digo?
 
 Juan Carlos Astudillo Sarmiento
 
 
 
 
 ¿verdad que te sorprende el mundo
cada día
colgado a tu ventana
y que ríes y acompañas la distancia preguntándote,
a solas,
qué es de mí?

¿que tu voz pulsa un latido
y martilla
el silencio de mi espacio danzando eso que llamas,
ahora,
sequía y voluntad?

¿que encuentras la infancia
y acuarelas cuando rio
y tropiezas un eco
y miras las montañas en donde podría estar?

¿que te abrazas y hundes y te confunden los aromas que asisten al alba?
 
 Juan Carlos Astudillo Sarmiento
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Pauline Delabroy-Allard

Domingo 30 de julio

west side story

música de leonard bernstein

sueño que alguien toca el piano

teclas negras teclas blancas

en el jardín habrá una tarta de fresas

las migas fomarán una constelación

sobre el mantel manchado de luz

tengo una idea perfectamente burguesa del domingo

pero no hay nadie

y yo no sé tocar el piano

vivo este verano solitario con la carne de gallina

como una capricho de niño bajo la piel

el domingo es un día como cualquier otro

cuando se está solo

perfectamente solo

gallina negra gallina blanca

no sé cuál de las dos

es la gallina de los huevos de oro

que encuentro cada mañana y como cada noche

con una felicidad de niño bajo la piel

descubrir cada día un nuevo botín

sorpresa garantizada emoción asegurada

domingo o no domingo

lavar dos o tres verduras

oscurecer algunas páginas

mañana es otro mismo día

Pauline Delabroy-Allard

 

 

Jueves 10 de agosto

treinta y dos hits

elvis forever

de un rey al otro

todos los habitantes de aquí bailan un poco

yo solo escucho con una oreja

la voz del rey del rock´n´roll

esta noche

la puerta de mi habitación

se ha abierto

ha preguntado

quién es

y es tu voz la que me ha respondido

soy yo

he preguntado

quién es yo

y tú has murmurado tu nombre

no me lo creo

solo tú puedes hacer eso

coger trenes de noche a través la llanura

mentir con tus botas de montañas de preguntas

mi acosadora, mi bordadora

solo tú puedes hacer eso

entrar en una casa dormida donde nadie te espera

a las seis de la mañana

y deslizarte desnuda contra mí

dejar a mis manos acariciarte

mis manos que no pueden creerlo

solo escucho de una oreja la voz del rey que destronas

eres tú la reina la reina de corazones

solo tú puedes hacer

la vida tan rock´n´roll.

Pauline Delabroy-Allard



Jueves 27 de julio

Solo quiero caminar *

paco de lucia *

al ritmo del flamenco

rocé mis pies mucho tiempo

contra la madera del suelo del desván

lo sabía lleno de astillas

ellas entraron

una a una

en la carne ennegrecida de mis pies

ennegrecida por el polvo y por la vida

los pies acribillados de espinas

bajé la escalera del desván

y los tres tramos de escaleras

abrí la puerta

y me fui sin cerrarla

me eché a la calle

perseguida por el ritmo de las guitarras

corrí sobre el asfalto ardiendo

hasta el matorral de ortigas lleno de abejas brutales

pisé las malas hierbas

y dejé a los insectos atacar

la carne negra, quemada y agujereada

de mis pies desnudos

yo solo quería

pasearme

un poco

Pauline Delabroy-Allard



Martes 25 de julio

gainsbourg, percusión

pongo el disco una vez dos veces doce veces

pienso en otra cosa

no llego a escucharlo

jazz y bum bum

en el teléfono

la voz de mi madre

primero alegre y después suspira

quisiera ya estar en el verano que viene

pienso en otra cosa

consigo escucharla

chismorreo y charla

solamente porque tengo el sentimiento confuso

no muy bien identificado

que un día echaré de menos

la voz de mi madre en el teléfono

ella va a morir

lo sé lo sé

y nadie volverá a decir

quisiera ya estar en el verano que viene

en la ficha del disco se indica

los doce coristas no se han identificado aún

y a eso lo llaman destino
 
Pauline Delabroy-Allard
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Martin Page

 1. La vida no llega
la vida soy solo yo corriendo
y que chilla atacando

Martin Page
 
 

2. Mi vida es
una tentativa
de ser fiel a los heridos
no a las heridas

Martin Page
 
 

3. Aquí
estoy aquí
abro mis brazos
entrada gratuita
hacia mi pecho cansado
y mi corazón que late
muy rápido
muy fuerte
hay pequeños sonidos suaves
en mí
venid
escuchad

Martin Page
 
 
 

4. La verdad es que voy a bailar
con todo lo que me da miedo

Martin Page
 
 
 

5. Mi medio de transporte favorito es el cansancio

Martin Page
 
 

6. Las ofertas en el Super U son importantes
cuando la cajera despega la etiqueta
y la pone en el borde
y que eso hace un euro menos
en mi ticket
es como una tirita puesta
una herida aliviada

Martin Page
 
 
 
 

7. Las palabras que faltan en poesía
me faltan

Martin Page
 
 

8. brocoli
tu verde es
un paraíso tangible
no pido nada más
que un paisaje comestible
la cocina es la prueba de una democracia posible.

Martin Page
 
 
 

9. Los verdaderos héroes son las personas
que no tienen los medios
para pagarse
guionistas y productores
 
Martin Page
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Tor Ulven

Cuando no recordamos
del otro
algo más, nosotros
hemos partido.

Tor Ulven

 


Dos poemas, noviembre 1988

I

Te extingo.

He leído
suficiente. He leído
demasiado.

Ni las letras doradas
ni los números verdes fosforescentes
en el reloj de mano
brillarán.

El vaso con agua

donde ningún dipnoi1
trepa por los bordes
contra una gran idea

(solo nadando, nadando, silencioso)

tampoco llegará el brillo plateado
en la noche
que se apaga y apagó
cuando ambos esperan

invisibles. Disueltos
en el aire
como mosquitos, como moléculas
de olor, en la ropa, en

el sueño.

II

Dos televisores.

Dos televisores que nievan
uno frente a otro
en la quietud nocturna de una habitación
podríamos estar,

y nevaría
también afuera y debajo de la casa,
una nevada vertiginosa
de estruendo cósmico,

y, finalmente, no deberíamos
entendernos uno al otro.

Tor Ulven




Minutos, quizás horas
en tu propia existencia

que has olvidado
pero que yo

recuerdo. Tienes
una vida secreta

en la memoria de alguien más
 
Tor Ulven
 
 
 
 
Siéntate conmigo
querida, cuéntame

del tiempo
que yo

no encuentro más.
 
Tor Ulven
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Georg Johannesen

EL PARALÍTICO

Imitando a Po-Chu-l

No se tome muy a pecho que me haya quedado paralítico
viajaré tan lejos como quiera
Por mar lograré convencerles de que remen por mí
y en tierra ustedes me llevarán en aquel coche
Una buena cabeza no necesita pies

 Georg Johannesen

 

 

 

EL POEMA CONTINÚA TERMINANDO

1

El poema empieza en el bosque de abetos
¿Qué va a escribir la mano?
Bueno, sí, la mano escribir en la sierra
que elabore el papel: Dejen caer las piñas
Suelten a los presidentes, todo lo demás
es hacerle algo malo al director
porque la previsión meteorológica se ha cumplido
el granizo es nieve en marcha
pero la nieve también tiene que caer
porque la noticia tiene su valor estético
Así, lo bello es bello, la verdad es verdad y viceversa
El poeta Keats cometió un doble error
Así que no vacíes la papelera
No tires nunca un periódico viejo
El comienzo del poema es su encabezamiento 

2

Comienza la continuación del poema
Los analfabetos son adivinadores del pensamiento
Los bancos parecen fortalezas, gentes
malvadas han hecho esto necesario
Las oficinas aseguran los puestos de trabajo
Dios tiene problemas de abstinencia en el bosque
Porque él escribió en el verde billete de banco
¿por qué estoy solo?
El poema continúa en la oficina
La creación empieza continuar: pero ¿qué
es verde? ¿Y por qué no sueltan
el tobillo izquierdo del presidente?
Déjalo ir, libre y a descompás con los otros
El estribillo es: Él me mordió en el pie
El poema está escrito con sierra mecánica en el tobillo

3

El poema continúa continuando
la oficina espera la plantación de la universidad
los dientes en torno a la sonrisa del presidente nos acusan
sólo el dentista conoció su dolor más profundo
el poema toman Karis optimista
mi defensa antiaérea respira aliviada
el almirante ha aprendido a nadar en cloro de 23°
Y cuando la Marina se de CL en primavera
echaré unas palabras más de infantería
el poema toma un Karis pesimista
los niños lloran pompas de jabón desde la terraza
soy el padre se afeita pero con el jabón de mamá
hasta que no le cortan el cuello no puede oír la gallina ciega
el agua de beber de la madre huele a sudo
el poema empieza a terminar

4

El poema continúa terminando
No podemos proseguir esta conversación
Mientras te encuentres en medio de un rugido tan largo
que he tratado de romper con mi silencio
Pero el estribillo era: Algo con pie
Éstos nacieron un domingo de febrero
en la ciudad de los muslos de la madre, y dijeron:
Eso no lo voy a volver a hacer más
Pero es práctico haberlo hecho una vez
El poema va a terminar de manera anecdótica: el profesor
se hirió en la mano cuando da una conferencia sobre
el juicio final, la explicación sobre el diluvio
fue por ello retrasada el semestre de otoño para aquellos
que habían elegido la creación como programa especial
El poema deja de continuar

 Georg Johannesen 

 

 

GENERACIÓN 

1

Nacido cuando el paro era el 33 por ciento
me lanzo a todos mis trabajos
con dos terceras partes de fuerza, para no parecer
que he nacido como un privilegiado
con una cuchara de oro en la mano

2

Antes de que Hitler hubiese asesinado a cien judíos
ya sabía yo contar hasta cincuenta y sesenta
Con mayor rapidez que Franco conquistando Madrid
conquisté el arte de la lectura. (Teníamos
clase sobre Nerón y los cristianos el día
en que Lorca fue fusilado, junto con
cinco mil culpables e inocentes
A pesar de ello seguimos estudiando)

Dos años después vi tres cadáveres auténticos:
una vieja y dos niños vestidos de verde
en una casa sin paredes, en medio de humo sin fuego
Pero los pirómanos de entonces se llamaban a sí mismos bomberos
la guerra se llamó entonces guerra
Aprendí a leer periódicos
Conté hasta seis millones
y hasta cien mil y hasta cero

Así que cuando llegó la paz, encontré un revólver
lo saqué en la clase de historia, me echaron
de la escuela, y no volví nunca más
Me enamoré por primera vez
Fue poco después de Hiroshima y
tarareábamos una melodía americana
para subrayar nuestra confianza

3

Mi primer coito
tuvo lugar durante la guerra de Corea
La amaba
Ella me amaba
y nuestro lecho fueron periódicos:

Con tal de que no haya guerra.
Con tal de que no haya paz
con desarme y depresión
nos prometimos mutuamente

Queríamos darnos de baja del mundo
pero no conseguimos todos los formularios

4

Luego no me acuerdo
de nada inolvidable
Con anticipos y pagos aplazados
voy conquistando mis años

Pronto tendré la misma edad
que Jesús cuando murió
y pido a la casualidad
que me libre de la cruz colectiva

 Georg Johannesen

 

 

 

NECRÓLOGO

Necrólogo no es un género, sino una profesión
Eso significa que se puede decir: Es necrólogo

Está muerto, su muerte lo ha matado, de ello murió
Fue por culpa suya por lo que fuimos a aquel entierro

Cojeando caminó tras el nuevo método
qué él esperaba que se iba a poner de moda

Él dicta conferencias sobre un hueso muy viejo
en lugar de hacerlo subir una piedra más joven

Georg Johannesen



PROPUESTA DE EXPERIMENTO

Cuando tú que abres mi corazón

con un ruego

no encuentres más que respuestas

es culpa mía.

Cuando tú que abres mi corazón

con un cuchillo

no encuentres otra cosa que sangre

es culpa del cuchillo
 
Georg Johannesen